Capítulo 7: Espejismos.

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Me quedé ahí a su lado observando esos pequeños cambios en su rostro, hasta que finalmente logró contenerlo todo y me dio una mirada –¿Qué?

–Nada– respondí y luego sin poderme contener agregué –Puedo verlo ¿Sabes?

–¿Qué cosa?

–Me dijiste que te ponga atención y la verdad, tienes razón, si lo hago, puedo ver todo eso que intentas ocultar justo en tu cara.

Se le abrió un poco la boca, pero se recuperó mucho más rápido que antes –No estoy ocultando nada.

Asentí  y entonces comenzó a correr una brisa fría en el río la que hizo que mi acompañante se estremeciera levemente. Solté una risa y me quité la chaqueta para pasársela por los hombros con una sonrisa burlona en la cara – Vaya, ni siquiera aguantas un poco de frío ¿Será acaso porque te estás poniendo viejo?

Él estuvo a medio paso de apartarme y entonces me dio una mirada más atenta –Espera ¿Acaso estás en pijamas?

Solté una carcajada ante su expresión atónita –¿Y eso qué? Sólo venía a dejar un libro no es como si quisiera conquistar al buzón de la biblioteca o algo así.

Rodó los ojos mientras comenzaba a hacer el camino de vuelta a la casa –Eres incorregible.

Se había llevado mi chaqueta así que no tuve opción que seguirlo, cada vez que me miraba parecía estar a punto de rodar los ojos y maldecirme –¿Acaso tienes un problema con los pijamas? ¿Algún trauma del que no me haya enterado y que pueda usar en tu contra?

–Idiota– replicó intentando evitar mirarme y luego agregó –¿Sabes para qué es un pijama? Para dormir genio, no para salir a pasearse por la calle en una noche fría.

–Eres tan rígido, el pijama es cómodo por supuesto que deberíamos extender sus múltiples usos y beneficios para otras actividades diarias –dije mientras me encogía de hombros y luego caminando un poco más rápido me puse frente a él y grité –¡Larga a vida a los pijamas!

Esta vez no pudo evitar rodar los ojos, mientras negaba, sin embargo, una sonrisa había escapado de su boca. Me gustaba esa sonrisa, me gustaba verlo sonreír y también me gustaba darme cuenta de lo imbécil que era por estar reconociendo algo como eso.

Cuando ambos entramos en la casa, incluso yo estaba de mejor humor. Junté un poco de comida chatarra y me dirigí a la sala para ver una película en la gran televisión que compró Osiris con el objetivo de que pasáramos tiempo de calidad como familia, por supuesto, la vez que lo intentamos terminó en Seth y yo lanzándonos una tanda de pesadeces. Me acurruqué en el sofá mientras elegía una película de terror.

Seth salió de la cocina en dirección a su cuarto y elevó una ceja –¿Qué estás viendo?

–Carnaval de sangre IV– dije sencillamente mientras me llevaba un gran puñado de suflés a la boca. Vi su expresión volverse algo sarcástica y solté un suspiro –Si quieres ver, puedes sentarte,  pero mantén la boca cerrada.

Vi como enarcaba una ceja y finalmente se marchó, me encogí de hombros, yo estaba intentando ser civilizado, pero claramente él no iba a aceptar tanta paz, seguro sería demasiado para un cultivador de la maldad como ese.

Pero para mi asombro, lo vi entrar nuevamente en la sala, y tomar asiento en el mismo sofá donde yo estaba sentado. La verdad me refería a que se sentara en cualquier sofá de la sala menos el mío, pero creo que no entendió correctamente el mensaje. Sin embargo, lo que terminó por dejarme en el sitio fue que extendió una manta sobre ambos ¿Quién diablos cambió a Seth?

No me quedó de otra que compartirle mi comida. Asintió pero no dijo una palabra conforme sacaba algo de frituras, realmente me estaba obedeciendo, solté una risa –Está bien, puedes hablar pero no quiero ningun comentario bastardo.

SETHXHORUS: Entre el desierto y el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora