Epílogo: Verano.

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—Horus

Estoy graduado.

Mierda, apenas puedo creerlo.

Parece que estoy saliendo de una larga pesadilla. Porque así se sintieron todos estos años. Ni siquiera sé cómo es que terminé la universidad pero de alguna manera lo hice, no voy a mentir, también reprobé un par de ramos en el proceso, no podía hacer nada al respecto, era un pésimo estudiante. Y ahora me enfrento al gran dilema de todos los graduados: Encontrar trabajo sin experiencia.

Seth me dice que le tomó varios meses que no me estrese, pero sí que lo hago.No quiero convertirme en alguna clase de sugar baby mantenido ahora que por fin mi mamá cedió y me dejó mudarme con mi novio.

Así que sí, ya tengo veinticuatro, casi veinticinco y soy el perfecto cesante.

En realidad el mudarme con Seth ha sido un proceso transitorio estos últimos años. Hasta el punto en que prácticamente tengo mi dormitorio completo en su cuarto. Incluso me compró un escritorio y un librero para que dejara mis cuadernos: E.N. O.R.D.E.N.

Repitió esas palabras tantas veces, que a veces corro incluso más que cuando venía mi mamá a ordenarme el cuarto en cuanto lo escucho a él llegar del trabajo. Por lo general, Seth se da cuenta y se ríe, incluso a veces me pregunta si necesito cinco minutos más para terminar de ordenar y suele ir al baño y demorándose un poco antes de entrar al cuarto.

Ni qué decir que también me dio un lado en clóset, aunque suele mantenerlo él. Eso ya sería pedir demasiado.

Así que sí, el día que mudé oficialmente, sólo me quedaban unas cuantas prendas de ropa y uno que otro juguete de infancia que no podía abandonar, lo que ocupaba la impresionante suma de una sola maleta. A pesar de que solía pasar semanas con Seth casi desde que se mudó aún así mi madre me observaba desde la puerta con el ceño fruncido.

—No tienes que apurarte, Horus— susurró y yo sonreí y me acerqué a ella para abrazarla.

—¿Cuatro años no es suficiente mamá?— le dije y la escuché soltar una risa.

—Van a estar bien, lo sé. Pero voy a extrañarte — me dijo y me abrazó con fuerza.

—Y yo a ti, me aseguraré de venir a visitarte ¿Está bien?

Salimos juntos a la sala en donde Osiris y Seth compartían un café mientras conversaban acerca del trabajo e incluso soltaban entre sí un par de bromas. Creo que aún, se me hacía extraño verlos tan unidos. Ni qué decir del día que se fueron de viaje juntos. Seth me tuvo que jurar varias veces entre risas que no tenía planeado asesinarlo. «Al menos no nuevamente», me decía sonriendo. Yo le dije que si cambiaba de opinión que me lo hiciera saber y lo acompañaba.

—¿Eso era todo lo que te quedaba? — me preguntó Osiris mirando mi escueta maleta.

—Bueno, sin duda, el que me estuvieras sacando de la casa cada dos semanas me ayudó a mudarme — le respondí sonriente.

—Acabo de darle el discurso a Seth acerca de la vida en pareja, espero que le sirva para que no continúen discutiendo tonterías.

—Créeme, fue bastante incómodo, así que no tengo intención de seguir discutiendo — dijo Seth entre dientes y no me quedó alternativa que soltar una carcajada.

Está bien, no puedo decir que en casi cinco años, jamás habíamos discutido, sería una vil mentira. En especial porque después de tres años siendo enemigos jurados, ambos sabíamos exactamente cómo hacer enojar al otro.

Nuestras discusiones solían ser por tonterías, la última había tenido lugar en la casa y se había tratado de mí intentando servir el postre en platos bajos, a lo que Seth bastante alterado me había dicho que el postre iba en los pocillos pequeños, que para algo mi madre los había comprado. Lo que por supuesto terminó conmigo comiéndome los duraznos del mismo tarro sólo por hacerlo enojar. Y Seth me había servido la cena en dos pocillos de postre en respuesta a mi provocación.

SETHXHORUS: Entre el desierto y el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora