Capítulo 14: Flores en el desierto.

292 31 2
                                    

------------------SETH.

Nunca había pensando que terminaría en realidad besando a Horus alguna vez en mi vida. No voy a negar que mi imaginación corría salvajemente algunas veces cuando lo veía, en especial, cuando me contestaba con ese tono irrespetuoso y que rayaba en la grosería.

La primera vez que lo vi, supe que o lo alejaba de mí o terminaría queriendo acercarme a él a como diera lugar. En aquel momento, Horus tenía 17 años. Aún permanecían en su rostro parte de sus rasgos infantiles, pero estaba claro que se estaba convirtiendo en lo que sería un adulto bastante llamativo. Nunca olvidaré esa chaqueta color verde musgo que tanto le gustaba y que vestía con un sweater oversize color blanco y unos pantalones oscuros.

El día que me conoció, sonreía, parecía realmente muy feliz de verme. Tampoco olvidaré sus palabras, "Siempre quise tener un hermano, realmente me alegra conocerte, Seth". Por supuesto que le respondí con toda la pesadez que pude, diciéndole que no necesitaba otro hermano.  No sabía por qué me molestaba tanto en aquel momento. Luego me di cuenta de que definitivamente lo que me molestaba es que no tenía intención alguna de verlo como mi hermano, porque por infortunado que fuera, lo deseaba.

Y me di cuenta de que lo deseaba terriblemente.

Era tan ridículo que no había forma de que fuera a aceptar aquello. Así que, aunque muchas veces realmente me pasaba de la línea diciéndole cosas y haciéndolo enojar a propósito, realmente agradecía cuando intentaba mantenerse lo más alejado posible de mí.

Pero incluso sobre todo esto, no tenía forma de predecir qué me enamoraría de él de todas formas. Me enamoré de su sonrisa, de su rostro cuando predecía lo que estaba a punto de decir, de la manera en que se ponía pensativo, cuando estaba seguramente buscando algún comentario que hacerme, de sus expresiones sarcásticas, de su mirada paciente. De esos gestos que incluso aunque intentara no ver, estaban allí, día a día demostrándome que, realmente incluso sobre todo lo que salía de nuestras bocas, él aún seguía al pendiente de mí.

Como cuando notaba que no había comido nada porque estaba discutiendo con Osiris y solía ir a mi cuarto a dejarme el último trozo de pastel con la excusa de que no le gustaba y que alguien tenía que comerse la basura. Aunque sabía que el pastel de chocolate era su favorito. 

Sabía muchas cosas de Horus, por supuesto que lo hacía, estaba al pendiente de él todo el tiempo, solía tomar su café con 10 gotas de endulzante y una cuchara de crema. Le gustaba el té sin nada más, odiaba cualquier alimento con zanahoria así que no había forma de que mi cuñada pudiera engañarlo para obligarlo a comerse una. En algún punto mientras lo observaba en silencio me di cuenta de que mi corazón latía más de lo necesario, ni que decir cuando lo tenía cerca, tan cerca de mí que sólo tenía que extender mi mano y atraerlo hacia mi para besarlo.

Pero lo sabía, me odiaba más que nadie. Yo mismo me había encargado de ello y lo seguiría haciendo, no quería arruinar su vida de ninguna manera. Así que,  incluso con el corazón latiendo desbocado en el pecho y las manos temblorosas, seguía hablándole con las peores palabras que se me ocurrían, siendo con él, el peor bastardo en este mundo. Cuando estaba perfectamente consciente de que todo en mi interior deseaba abrazarlo y disculparme, decirle todo lo que sentía por él.

Era mi primer amor y el primer amor se sentía cálido, constante y lleno de pasión en mi pecho. Me llenaba al completo. Y parecía que día a día me estaba enamorando más de él, sumergido completamente en un espiral que no tenía fin, llenándome con su urgencia, con su deseo. Con un deseo que no podía satisfacer de ninguna manera.

Estaba llegando al punto en que no podía ni siquiera soportar tenerlo cerca, porque incluso ver sus labios, generaban en mí una catástrofe. Estaba en el punto en que prácticamente me iba a volver loco, cuando Osiris me comentó que Seth estaba bebiendo y que por favor lo llevara a casa porque ellos iban a salir. Lo maldije, claro que sí, pero en el fondo quería verlo. Así que cuando me aparecí en el bar y él me miró con su clásica expresión burlona intentando echarme, por supuesto que pasaron mil cosas por mi cabeza. Para empeorar un poco más las cosas se había acercado demasiado y eso parecía haber tocado en mi interior nervios que aún no conocía completamente. Y contra todo sentido común, me puse a beber yo también. Me sentía patético, pero no podía quitar mis ojos de él, lo miré emborracharse y bromear con sus amigos.

SETHXHORUS: Entre el desierto y el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora