CAPÍTULO 9. PROHIBIDO
"La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal". Oscar Wilde
AÑO 491 DE LAS ERAS DE TRONDHEIM
Entro a mi habitación cargando con un remolino de emociones que no paran de girar en mi cabeza: tristeza por lo que perdí, resentimiento contra los que pudieron evitarlo y no lo hicieron, odio contra Breoghan que ha estado detrás de cada momento de muerte y desolación en mi vida y...
Y unas ansias enormes de ahogarme en llanto en los brazos del único hombre que he amado en mi vida y el único que no es una opción para mí.
—¿Por qué? —grito, empujando el contenido de la mesa de mi antesala haciendo que botellas de vino, copas de plata, fruta fresca, bandejas con postres y otras cosas que no me importa averiguar qué son, van a parar al suelo.
Me dejo caer sobre el sillón tapizado de bordados de ninfas y cascadas tratando de respirar despacio y controlarme.
"¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?"
Yo sé que esa pregunta no tiene respuesta.
Poco a poco la calma va volviendo. No puedo dejarme llevar así, tengo que luchar contra eso o me pasaré la vida siendo arrastrada como la espuma en las olas del mar.
—Debo suponer que no te fue bien en el paseo con Dimitri. —La voz de Margueritte me sobresalta y miro atrás de mí. Estuvo ahí esperando a que me tranquilizara.
—Si y no, pero te explicaré luego. —Me levanto y voy hacia la otra parte de mi habitación detrás de la cortina—. Quiero ese vestido.
—Como ordenes, alteza —dice, pero su tono no es precisamente de obediencia.
Me ayuda a ponerme el vestido de sirvienta y me da unas sábanas blancas dobladas para que lleve en los brazos.
—Si un guardia te ve, solo dile que vas a cambiar las sábanas del pabellón. Si te dice que ya lo hicieron dile: "Son órdenes especiales".
—¿Órdenes especiales?
—Algunos nobles hacen hospedar a sus amantes secretamente en las alcobas de huéspedes, es común para los guardias y saben que no deben hacer preguntas.
Debería mezclarme con el servicio más a menudo, se entera uno de muchas cosas.
Camino por los pabellones con las sábanas en los brazos sin mirar a nadie.
Algunas damas nobles me pasan al lado, pero ni siquiera me voltean a ver. Cuando llego al pabellón de invitados, respiro hondo y apresuro el paso sin pensar. Por el lado opuesto del pasillo vienen dos guardias haciendo sus rondas, así que, me apuro a llegar a la puerta y la abro a toda prisa, entro y cierro antes que los guardias lleguen hasta mí.
Antes de voltearme el filo de una daga aparece frente a mi rostro y siento su presencia detrás de mí. ¿Así será cada vez que nos veamos de ahora en adelante?
—¿Quién te envía? —pegunta en un tono que hace pensar que está a punto de atravesarme la garganta.
—Vine por cuenta propia —respondo bajando la voz y temiendo que los guardias me escuchen.
—¿Princesa? —Retira el arma, lo que me da la oportunidad de voltearme y que vea mi rostro, pero al instante dejo caer las sábanas y me invade la vergüenza: su cabello está húmedo, va descalzo, sin camisa y llevando solo las calzas de cuero reglamentarias de los Guardias de Honor —. ¿Qué estás haciendo aquí?
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Más Allá de la Sangre [TERMINADA]
Historical FictionLa guerra le roza los talones a la princesa Ariana y para detenerla ha tomado una decisión que pone en jaque las delicadas relaciones con sus aliados. El mapa político del mundo está cambiando, todas las fichas comenzaron a moverse y en medio de to...