⚔ Capítulo 35🛡

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CAPÍTULO 35. SANGRE REAL

Oswald hizo detener el carruaje y bajó de él para contemplar aquella parte del camino. Nevaba furiosamente y se estremeció, más por las emociones que lo embargaron que por el clima. Debió haber sido una tarde como aquella: fría, solitaria y triste, cuando los Askell atravesaron el camino para cortar por en medio del bosque y se encontraron con una visión inesperada: un carruaje abandonado, a primera vista vacío.

Caminó unos pasos tratando de imaginar aquella escena y el corazón le dolió. Llevaba tanto tiempo viajando, averiguando, indagando, siguiendo pista tras pista, sentía en su corazón que estaba cerca de las respuestas. O mejor dicho de la confirmación de la sospecha que su esposa, Anbiorg, comenzó a albergar desde que Roxanne le confesó la verdad, hacía tantos años atrás.

Aldea de Bleakville

Diez años atrás

Roxanne les dio las buenas noches a sus huéspedes, un matrimonio a quienes habían alojado luego de haber quedado varados durante una ventisca. Ella y su esposo les habían cedido su pequeña y modesta habitación mientras podían reanudar la marcha. Sin embargo, pasaban los días y los nobles no daban indicios de querer marcharse, no era que les causaran demasiadas molestias: eran amables, considerados y, extrañamente, no tenían ese aire de superioridad propio de su posición, no obstante, su comportamiento no dejaba de ser extraño.

Se dirigió al altillo donde tres de los chicos dormían plácidamente en un jergón. Sus cabezas asomaban entre las gruesas mantas y ella se detuvo a contemplarlos con el corazón echo un puño. Cuando se dio la vuelta una vocecita llamó su atención.

—¿Madre?

Madre. Era una palabra demasiado dolorosa viniendo de aquella voz. Se giró y aquellos enormes y cálidos ojos cafés, que nada tenían que ver con ella, la miraron con duda e inocencia. Recordó la primera vez que lo sostuvo en sus brazos y no pudo evitar que una lágrima rebelde se le escapara. Por fortuna, estaba oscuro y él no la vio.

—¿Pasa algo? —preguntó todavía con la voz soñolienta.

—No pasa nada, duérmete. —Le albortó un poco el cabello y lo hizo recostarse de nuevo, pero el pequeño todavía no había terminado. 

—Madre, ¿Por qué los señores no se han marchado aún?

Ella quería saber lo mismo.

—Bueno, pasaron muchos días viajando, solo quieren descansar un poco.

—¿Por qué aquí? Diles que se vayan a su casa. 

—¡Jason Askell! ¿Eso es lo que has aprendido de mí? ¿Echar a los necesitados?

—La gente rica no necesita nada y, desde luego, no necesitan de nosotros.

La miró con aquella expresión aguda y desafiante. Esa no era la expresión de un aldeano, por alguna razón, ella presentía que su origen era más de lo que mostraban aquellas reliquias que contraron junto a él en el carruaje abandonado, tan grande que ni la crianza en una modesta aldea podía borrar y eso le daba mucho miedo, porque el poder de la sangre es inexorable.

Lo reprendió de nuevo y le ordenó volver a dormir. Ella no sabía cómo rebatir sus cuestionamientos y dudas, solo sabía ser madre.

Bajó deprisa y fue en busca de su esposo que se ocupaba de la huerta. Suspiró al encontrarlo porque habían tenido esa conversación muchas veces y nunca llegaban a una conclusión.

Si esas personas reconocían el emblema, podrían reunir al muchacho con su verdadera familia. Tendría la vida que le correspondía por derecho, pero a la vez, ellos perderían un pedazo de su corazón.

Más Allá de la Sangre [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora