8. Cosas de niños

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Capítulo 8.

Rebecca

Creo que ahora mismo podría tener un orgasmo.

Por favor, no piensen mal.

Observé el dulce frente a mi como si se tratara de un ángel divino recién caído del cielo, con el hambre que tengo sumándole lo delicioso que esto es como gloria bendita para mi paladar. El mejor brownie que he probado en mi vida.

Caleb y Jay me miraban de forma extraña, ambos han dejado sus bebidas de lado para verme de esa forma que solo me provoca querer estamparles el centro de mesa en la cara.

—¿Qué? —cuestiono limpiandome la comisura de la boca.

—¿Acabas de gemir? —Jay enarca una ceja.

—Literalmente gemiste después de probar el brownie —agrega Caleb.

Mi cara en estos momentos debe ser todo un poema. Les doy una sonrisa de boca cerrada y estiró tanto las facciones de mi cara que al segundo empiezan a dolerme.

—Solo dios puede juzgarme —arguyo y sigo comiendo como si nada—. Además esto está delicioso.

Caleb suspira y Jayden lo sigue soltando una suave risa. Llevamos al rededor de media hora en una cafetería a dos calles de mi edificio, estamos aquí porque yo sé los pedí despúes de salir de la escuela, además dentro de un par de horas tendré que irme a trabajar y posiblemente no pruebe un bocado hasta que termine la jornada. En este lugar servían dulces y bebidas extremadamente buenas, además de que el local era acogedor y agradable lo había descubierto el domingo pasado cuando Emily me pidió salir un rato a caminar para observar el vecindario.

Sin pedir permiso me doy un sorbo del batido de chocolate que se ha pedido Jayden y uno del jugo de naranja de Caleb. Los dos se quejan pero no les doy importancia.

—¿Te a contado Becca que ahora trabaja con el hermano de Nathan? —la pregunta Caleb a Jayden, causando que yo levantara la cabeza al instante.

—¿Con Noshua? —eleva las cejas.

Caleb asiente.

—Joder si ese chico no tiene necesidad de trabajar —habla Jay otra vez—. En serio debe tener una fortuna millonaria. Además vive en una mansión, no se puede quejar.

Vaya, sabía que los Harvey era una familia adinerada pero sin duda no esperaba que tanto.

—Ya, pero no todos a los miembros de esa familia le gusta demostrar los ricos que son —mi mejor amigo rueda los ojos y es está claro a quien se refiere—. Noshua siempre me ha parecido un poco hermético, no se le ve mucho junto a su hermano y se sabe tan poco de él que cosas así no me sorprenden.

Yo como toda una persona curiosa —chismosa en otras palabras—, escucho cada cosa que dicen atentamente mientras me como mi brownie con helado de vainilla. No tengo mucho que aportar a la conversación ya que se algunas cosas de Noshua pero solo cosas simples y sin mucha importancia como por ejemplo que tienes dieciséis años, es el mediano de tres hermanos, su familia es una de las más ricas de la ciudad y trabaja en la misma cafetería que yo.

Aún así tengo mucha curiosidad por él, y para que mentirnos también sobre lo que pasa entre él y su hermano. Tengo entendido que está relacionado con Audrey pero por más que pienso solo llego a conclusiones que no me resultan muy contundentes y termino por restarle importancia, después de todo eso no es asunto mío.

—Ayer Nathan fue a mi casa —comento con naturalidad después de darme un bocado del dulce.

Ambos chicos se giran hacia mi de golpe como si hubiera dicho algo sin sentido y pensándolo bien la verdad es que esa frase resulta extraña, Nathan y algo relacionado conmigo en una misma frase no es algo que se pueda considerar como normal.

¿Y si te llego a querer?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora