Capítulo 14.
Rebecca
Uno, dos, tres.
Camino, doblo, sigo caminando.
Escucho pasos detrás de mi, pasos relajados, pasos de una persona que también camina en mi cabeza.
Uno, dos, tres.
Me quedo quieta en mi lugar cuando llegó a un pasillo totalmente oscuro, la única iluminación es la que entra por el ventanal del fondo. No me giro pero se que el aún no se ha detenido, sigue avanzando hasta llegar a mi espalda y quedarse allí, tocando mi cintura con la punta de sus dedos, y se siente como si estuviera tocando directamente mi piel y no la tela de mi falda.
—¿Qué estás haciendo? —murmuro pero no me responde.
Desliza sus manos hasta dejarlas sobre mi abdomen. Me estremesco y creo escucharlo reír. Siento un sentimiento de molestia apoderarse de mí y quitó sus manos con brusquedad dándome la vuelta para encararlo.
—No pensé verte aquí —habla por fin.
—Ashton me ha invitado.
Nathan se pone recto de repente y me observa desde su altura. Su cuerpo viéndose más imponente, sus ojos verdes inspeccionándome de arriba a bajo. Las manos inquietas dentro de sus bolsillos y la boca entre abierta, tentada a decir algo que no sé si me gustará.
El recuerdo reciente de él pidiendo que le bailara me azota haciéndome tragar fuerte. Esta noche no ha sido muy distinta a los anteriores días en el colegio, siempre es Nathan mirándome y reflejando en sus ojos lo que pasó en la noche de el lunes. Siempre es Nathan haciéndome querer acercarme cada que tengo oportunidad para pegarme a su boca y así poder recordar mejor lo que se siente hacer algo prohibido. Siempre es Nathan. Nathan. Nathan. Nathan.
Intento pasarle por al lado cuando la situación tan silenciosa no avanza pero él me agarra del brazo empotrándome contra la pared con una suavidad no propia de él.
—¿A dónde vas?
—Abajo.
—¿Por qué?
—No estamos haciendo nada productivo —le respondo y la oscuridad de la estancia hace que sus ojos se vean profundamente negros y no verdes—. Y mucho menos hablando de algo que me interese.
Esboza una sonrisa maldita y le pongo mala cara. No debí sonreírle antes de alejarme de él en la pista, pero fue un gesto natural, como si mi subconsciente hubiera tomando el poder insinuándole algo que yo jamás haría.
—Ya —murmura.
—¿Me sueltas? —cuestiono con una ceja enarcada y el da un paso atrás levantando la manos en son de paz.
Siento que me han devuelto el alma al cuerpo al estar lejos de él, con su perfume fuera de mi sistema. Me alejo lo más rápido que puedo pero por alguna razón vuelvo a detenerme, en aquel pasillo solo y oscuro, con Nathan a mis espaldas y la pregunta del millón queriendo salir.
—¿Por qué me besaste?
No habla, no lo escucho moverse, solo nada. En otras circunstancias me hubiera molestado conmigo misma por hacerle una pregunta tan estúpida, pero la justificación que me había molestado en buscar no me convencía del todo.
Porque el querer hacerme enojar no era una buena escusa ¿Cierto? ¿O tal vez si? Después de todo había sido yo la que había empezado con ese juego de tentar y luego huir, parecía interminable, desde el primer momento se volvió interminable.
—¿Necesitaba una razón para hacerlo?
Su respuesta despúes de varios segundos de incertidumbre me hace darme la vuelta. Con los puños apretados y a dos metros de distancia de él, dónde estaba segura de todo su ser.
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¿Y si te llego a querer?
RomanceRebecca Mitchell es una chica que a simple vista te puede parecer dulce e inocente pero bien se dice que no se puede juzgar a un libro por su portada, y ella es un claro ejemplo de eso. Orgullosa, preciosa, de carácter hermético y tal vez un poquito...