Capítulo 22.
Nathan.
Creo que uno de los sonidos más relajantes que existían era el de las olas del mar. No, esto no es un intento mío de sonar profundo o algo así, solo era algo que me vino a la mente en cuanto pise la arena de la playa solitaria y un poco oscura, solo iluminada por la luz de la luna y los focos a los lados de la carretera.
Enterré mis dedos en la arena un poco nervioso, Rebecca estaba a mi lado y miraba todo a su al rededor con tranquilidad mientras yo me moría por saber en qué estaba pensando.
¿Era esto lo que se esperaba? ¿Quizás pensó que la llevaría a otro lado? ¿Quería ir a otro lugar? ¿O regresar a su casa? Eran demasiadas preguntas, jamás pensé volverme tan inseguro de repente. Cada minuto que pasaba con ella hacia que descubriera otras partes de mi que no creí que existieran y eso era intimidante en cierto modo.
Ella se giró en su lugar para mirarme, la sonrisa enorme que tenía en sus labios me hizo imitarla y que el alivio se expandiera sobre mi pecho. Los ojos de Rebecca aún tenían rastros de su llanto, no es que ella ya estuviera tranquila pero al menos no tan alterada como antes, al menos no me gritaba ni hablaba con mal tono. Tampoco me había contado lo que le había pasado pero me aguante, no iba a presionarla, que ella lo hiciera cuando quisiera.
Era la primera vez que sonreía desde que se calmó y eso me gustaba, se veía mejor así. Sin previo aviso entrelazó su mano con la mía y sentí un escalofrío. Deje mi vista allí, con el ceño fruncido, intentando buscarle un escusa a eso. Ella estaba igual solo que a mí parecer, más decidida a no romper el contacto que yo.
Cuando levanto la mirada y nos quedamos viendo el uno al otro sin decir ni una palabra sentí que no podía romper eso, se sentía bien. Esta noche no debía arruinarse, se lo prometí, nos lo habíamos prometido y sus palabras aún no salían de mi cabeza.
—Lo haré —murmuro cuando terminamos de besarnos—. Me olvidare de todo. Quiero que lo hagamos los dos, finjamos por esta noche. Finjamos que no tienes novia, que nuestra relación no es pésima, que tener algo no es una pésima idea, que a mis amigos no les gustaría para nada esto. Finjamos que yo estoy bien, finjamos que no es complicado tener algo, que somos dos chicos normales queriendo tener algo indefinido. Solo está noche.
Tome un respiro profundo y rodee su cintura con mis manos pegandola más a mi cuerpo.
—¿Y mañana que? —le pregunté.
—No lo sé —murmuro desviando la mirada.
—No quiero seguir en esto Rebecca —confesé—. Un día quieres y al otro no. Yo siempre he sido claro, tu eres la que complica todo y no te estoy diciendo esto para que comencemos a pelear sino para todo lo contrario ¿Podríamos al menos tener un acuerdo? ¿Algo así como una tregua? Nada de peleas ni nada parecido.
Rebecca frunció el ceño.
—¿Propones que seamos amigos?
Me encojo de hombros pensando en lo tonto que se escuchaba.
—Claro ¿Por qué no? —respondí.
—Yo no puedo ser tu amiga Nathan —confeso.
—Pensé que no querías tener nada conmigo por Audrey.
—Lo que acabo de hacer demuestra lo indecisa que soy —respondio firme—. No me siento bien estando con un chico con novia pero tú no me lo pones fácil.
—Ja —bufe—. Ahora la culpa es mía.
—Yo no he dicho eso, ves como el que empieza las pelas eres tú.
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¿Y si te llego a querer?
RomanceRebecca Mitchell es una chica que a simple vista te puede parecer dulce e inocente pero bien se dice que no se puede juzgar a un libro por su portada, y ella es un claro ejemplo de eso. Orgullosa, preciosa, de carácter hermético y tal vez un poquito...