Capítulo 19.
Rebecca.
Si me preguntarán cuál era mi persona favorita, definitivamente elegiría a mi hermana. Desde que nació a sido el centro de mi tierra, desde el primer día en que ví su carita regordeta, su escaso cabello castaño y sus ojitos azabaches mirándome con ternura. Y verla como crece cada día, me aprieta el corazón porque quisiera que siempre fuera una niña, que no crezca, que siga viviendo en su mundo de fantasía sin caer en cuenta de toda la mierda que abunda en el mundo.
Ella canturrea una canción de un comercial que vimos hace un rato mientras le coloco las sandalias color azul cielo, ella sabe hacerlo sola claro, pero me encanta concentirla. Me arrodillo frente a ella que se encuentra sentada en el borde la cama y le acomodó el cabello, le doy mi más grande sonrisa y ella deja de observarse en el espejo de su habitación para mirarme.
—Te ves preciosa.
Emily me abraza embriagandome con el perfuma dulce que tanto le gusta usar y cierro los ojos.
Hoy harían una cena en ¿a qué no adivinan dónde? Si en casa de mi prima. Está vez si había podido salvarme de ir, pero claro que no pude convencer a mi mamá tan fácil, me costó una discusión intensa para que me dejara en paz y aceptara mi decisión. Le dije que les inventara a todos que estaba enferma o algo así. No quería verle la cara a Riley, bastante tenía con verlas todos los días en el escuela.
—¿Por qué no vas a la cena? —pregunta mi hermana por vigecima vez.
Suspire.
—Ya te lo dije Emy —digo—. No tengo ganas de ir.
—Se que tú y Riley pelearon, Becky —me dice de repente, no es que por saber eso le vaya a provocar el peor trauma del mundo pero no me alegra saber que ella lo sepa.
—¿Quién te dijo eso?
Ella sacude la cabeza haciendo que su cabello ondulado se mueva de un lado a otro.
—No quiero que estén enojadas —murmura.
—Eso pasa, Emy —le digo acariciando la planta de sus manos—. La gente a veces hace cosas que nos molestan, cuando seas grande me entenderás.
Ella no dice nada más y salgo de su habitación llendo hasta el salón. Allí mamá se encuentra metiendo cosas en su bolso negro, no me mira pero sabe que estoy allí.
—Sabes que tú abuela se disgustara mucho sino vas.
Aquí vamos otra vez.
—Mamá no empieces por favor.
—Esta bien Rebecca —suelta—. Si quieres seguir con tu actitud infantil sin querer hablarle a tu prima por mi bien.
Suspiro.
—No se trata de es...
—No quiero escusas.
—Claro porque solo vale lo que digas tu ¿No?
—Baja la voz —me regaña—. Y a mi no me vas a venir a hablar con ese tono así que te calmas.
Me siento en el sofá intentando morderme la lengua y no responderle. Mi mamá y yo en ocasiones discutíamos mucho, la única razón era que yo había heredado todo de ella, y no me refiero al cabello rubio ni a los ojos castaños, si no al carácter, la necesidad constante de siempre tener la razón y decir la última palabra.
La veo pasillar de un lado a otro, cuando sale de la cocina con una botella de vino en la mano es cuando me altero inmediatamente.
—¡¿Que haces con eso?! —exclamo.
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¿Y si te llego a querer?
RomanceRebecca Mitchell es una chica que a simple vista te puede parecer dulce e inocente pero bien se dice que no se puede juzgar a un libro por su portada, y ella es un claro ejemplo de eso. Orgullosa, preciosa, de carácter hermético y tal vez un poquito...