MÍO

Capitulo 47

Domingo

Alec

La luz del sol era un tanto molesta, debería de haber cerrado las persianas la noche anterior, pero eso fue la última cosa en la que pude pensar. Había una ligera presión en mi pecho, era una sensación tan placentera y cálida, se trataba de la mano de Magnus, quien se encontraba recostado a mi lado, durmiendo plácidamente. Cerré de nuevo mis ojos, quería disfrutar de aquella sensación por más tiempo...

Mientras imaginaba otras tantas mañanas de esa manera, Magnus recostado a mi lado, con los ojos cerrados dentro de su sueño profundo, las pestañas tocando sus mejillas, la boca ligeramente abierta, su pecho subiendo y bajando pausadamente, el cabello alborotado, el brillo de su piel al recibir la luz del sol, su mano sobre mi pecho... y esa rica calidez. ¿Era posible permitirme aquello..? ¿Merecía disfrutar de una vida así...?

Con esas preguntas y la agradable sensación del momento, el sueño llego de nuevo.

Un poco más tarde algo cayó pesadamente en mi estómago, sentí como aquella calidez era remplazada rápidamente por algo bastante peludo.

-Buenos días a ti también presidente...-hablo Magnus, con la voz un poco ronca. Se acerco un poco más a mí, para volver a abrazarme sin causar molestias a nuestro invitado-. Amo mucho a mi gato, pero-miro al nombrado frunciendo ligeramente el ceño-, hubiera agradecido que no viniera a despertarnos de una forma tan abrupta y romper con una escena tan romántica en mi cama.

Volvió a mirarme, estábamos tan cerca que nuestros rostros solo quedaban separados por unos solos centímetros, su aliento hacia cosquillas en mi piel, sentía como si una descarga eléctrica recorriera todo mi cuerpo, arriba y abajo, posándose un poco más en mi pecho, se sentía muy cálido en compañía de un corazón que latía rápidamente. Abrí mi poca unas cuantas veces, pero no lograba pronunciar ni una palabra, lo único que podía hacer era quedarme ahí mirándolo hipnotizado, al tiempo que un torrente de pensamientos aparecían...

Yo... ¿yo amaba a Magnus? No lo sabía con certeza, todo esto seguía siendo tan nuevo para mí, como cuando aprendes a andar en bicicleta, quizá al inicio te da mucho miedo, te subes, prácticas a mantener el equilibrio, das unas cuantas vueltas, te comienza a gustas el rumbo que esta tomando aquello, pero luego aparecen caminos sinuosos, tienes que esquivar con rapidez, incluso saber cuando y como frenar... y entonces te preguntas... "¿Si quiera debí intentarlo en primer lugar?"

¿Debería de bajarme ya de esta bicicleta y seguir andando a pie, tal y cómo lo he hecho ahora?

Tener esa idea por una fracción de segundo me asusto más que lo que estaba experimentando en este momento. ¿Qué debería hacer? ¿Debería de dejar de pensar tanto las cosas? Hasta ahora, en los momentos donde dejaba que mis pensamientos me llevaran a una espiral interminable, donde me ahogaba en mi propia oscuridad e incertidumbre, en cambio... los momentos donde dejaba de cuestionarme tanto me divertía más e incluso me sentía bien conmigo mismo. Sí, si tan solo...

Cerré los ojos, respiré profundo alejando todo pensamiento; al hacerlo, mis labios estaban tocando los de Magnus. Era una sensación sumamente agradable, sus labios suaves, cálidos, y su aliento... Ohh...

Clary

-Muchas gracias por invitarme a desayunar, Señora Fray – dijo Izzy con una enorme sonrisa en el rostro.

-Es agradable tener aquí Isabelle, puedes venir cuando gustes. Y recuerda llamarme Jocelyn.

Despertamos temprano en el apartamento de Magnus, en realidad fue presidente quién lo hizo al parecer tenía hambre, pues al levantarnos nos guío hasta la cocina donde se encontraba su pequeño tazón. Le dejamos un buen desayuno, y decidimos irnos, además de nosotros, el apartamento se encontraba en sumo silencio, seguramente Magnus y Alec se encontraban dormidos, lo mejor era dejarlos continuar con aquel momento.