Capitulo 38

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Simón

Hace dos días, que había recibido la visita de Luke.

Hace dos días, que me había propuesto ayudar, activamente, en el caso de Maureen.

Hace dos días, que había comenzado a tener pesadillas... Comenzaban con la misma imagen, el cuerpo quemado de alguna niña, y luego cambiaba hacía Maureen... en lugares horribles haciendo cosas repugnantes, y yo estaba ahí. Aunque trataba de ayudarla, de salvarla, no podía moverme...

¿Por qué esos sueños me atormentaban tanto? ¿Tenía gran culpa con su desaparición? ¿Debí haberla llevado a casa? ¿Debí haber estado más atento? ¿Qué debí hacer? ¿Habría cambiado algo?

En un principio me había sentido bastante culpable, el accidente había ocurrido a algunas calles del café. Y el saber que habían encontrado un cadáver, que parecía dar con todas sus características, me hizo sentir todavía más culpable. Y comenzaron las pesadillas dónde pequeñas niñitas lloraban y gritaban mi nombre, y tampoco podía ayudarlas... Sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía por dónde comenzar.

Hasta que cierto día, Luke vino a casa, a darme otra noticia... Maureen no estaba muerta. No estaba muerta... Eso me hizo sentir un poco mejor, seguía con vida. Pero, no todo era bueno, estaba con vida, pero no a salvo. Alguien se la había llevado, y ahora su vida sí que corría peligro.

Pero, ahora si podía hacer algo, estaría atento a cualquier cosa sospechosa que se presentara. Estaría alerta. Esta vez no me quedaría simplemente dormido, dejando que las pesadillas me acecharan durante la noche.

Jace

-Jace-la madre de Clary, la señora Fray, asomo la cabeza por la puerta de la cocina. En el rostro tenía ligeras manchas de harina y chocolate-. ¿A tú amigo le gusta el pastel de chocolate con avellanas?

- ¿Amigo? –enarque una ceja.

-Sí, aquel chico de hermosos ojos azules.

-Oh, se refiere a Alec. Claro...

-Genial-sonrió, y volvió a su labor dentro de la cocina.

Mire a Clary-: ¿Has invitado a Alec?

-No...-se giró un poco hacía la habitación de su hermano-. Pero me imagino quien lo hizo.

- ¿Ahora son amigos? –me recosté apoyando la cabeza sobre sus delgadas piernas, que, por cierto, eran bastante cómodas.

-No lo sé. Sebastian no ha tenido amigos, tiene muchos conocidos, pero jamás un amigo. Aunque bueno, no le vendría nada mal, tener uno. ¿Sabes? –sonrió un poco-. Desde que frecuenta a Alec, parece estar un poco más... estable.

-Es rato, Alec tampoco suele tener muchos amigos. Es más reservado.

-Entonces, está bien para los dos –paso sus dedos por mis cabellos, cerré los ojos-. ¿No crees?

-Espero que sí...-murmure.

"Si se atrevía hacerle algo a Alec, se las vería conmigo..."

Abrí los ojos al escuchar el tintineo de llaves, seguido de unas leves risas, y una de ellas la conocía a la perfección.

-... Claro... ¿Jace? -mi mejor amigo se quedó parado frente a mí, no esperaba verme aquí.

-Hola-sonreí desde mi lugar-. ¿Dónde está tu el brillitos? –di una rápida mirada hacía Sebastian, que se encontraba detrás de él.

-Tuvo algunos asuntos que arreglar, cosas de su padre-se encogió de hombros.

-Entonces... estas aquí ¿para esperarlo? –Sebastian comenzaba a verse irritado...

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