Capitulo 39

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Sábado 

Magnus

El teléfono comenzó a sonar, pero no sabía dónde estaba. El ruido parecía provenir de algún lugar en el piso, ¿estarían aún en mis pantalones? ¿lo habría tirado de la cama? Recordaba haber enviado un mensaje a Alexander antes de perderme entre los brazos de Morfeo...

¿Debería atender la llamada? La verdad, era que tenía demasiado sueño, como para siquiera abrir los ojos. Había llegado al apartamento alrededor de las seis de la mañana. Mi padre quería que me encargara de los nuevos paquetes y artículos, de la nueva temporada; mi padre y su testaruda idea de que me haga cargo de sus negocios. No es que no me gustaba el medio de los accesorios, ni la moda, pero, si fuera a dedicarme a ello, sería algo mío, algo que empezara yo mismo y con mejor gusto.

El teléfono continuaba sonando, ¿qué hora sería? Cuando llegué a casa, no tardaba mucho tiempo en amanecer... lancé un gruñido tapando mi cabeza con la almohada. Que dejaran su mensaje en el buzón de voz...

Cuando termino de sonar, mando al buzón de voz.

Bip... H-hola Magnus, soy...

"¡Alexander!"

Sin esperar a que terminara de reproducirse el mensaje, me pare de la cama y corrí a buscar el teléfono.

- ¡Alexande! –grite en cuanto me contesto la llamada.

-Uh, hola. ¿Te desperté?

-No, bueno... sí, pero me alegra que fueras tú quien lo hiciera-sonreí-. Es muy agradable escuchar tu voz al amanecer. –Del otro lado de la línea hubo un corto silencio, sabía que estaba sonrojado.

-Eh... yo... quería ver si podíamos vernos hoy. Salir a algún sitio.

- ¡Claro! –me apresure a decir-. ¿Te parece si desayunamos juntos? Podríamos... vernos en tú casa...

- ¡No! –carraspeo-. N-no, creo que sea una buena idea -murmuro-. ¿Puedo ir a tú casa?

-Sabes que siempre eres bienvenido, Alexander. – Aún tenía visitas en casa... -. Y sabes también, que, si gustas puedes quedarte aquí, no importa el tiempo que necesites.

-Gracias...-hablo un tanto bajo, casi creí haberlo imaginado-, entonces te veo en un rato más...

De nuevo silencio... ¿habría colgado?

Iba a hablar de nuevo, cuando se escuchó un pequeño golpe seguido de un quejido.

- ¿Estas bien?

-Sí... -había algunos ruidos de fondo-, t-te llamo luego... ¡Isabelle! –Lo escuche gritar antes de colgar.

Sonreí lanzando el teléfono a la cama, miré el reloj de la mesita de noche. Tendría que darme una ducha rápida y después preparar el desayuno.

¿Qué podría preparar? ¿Sería buena idea prepararle algo? En alguna ocasión había probado mi comida, y le había gustado, pero... no sabía que preparar, no tenía muchos ingredientes. Las compras, las haría hoy...

"¡Esa era una buena idea!" Podría salir con Alexander de compras, sería divertido, además, de saber un poco más sobre sus gustos. En verdad, no me molestaría prepararle comida, aunque fuesen todos los días...

Sonreí, Alexander no había sido la primera persona con la que había salido, ni tampoco el primer chico interesado en mí, pero si era la primera y única persona de la que me había enamorado. Hacía cosas, que jamás me imagine, cosas que a veces consideraba muy, muy cursis y absurdas. Y ahora, me encontraba haciendo esas cosas, e imaginando otras, además me emocionaba bastante poder compartirlas con Alexander.

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