Capitulo 42

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Magnus

Después de salir del centro comercial, Alexander se veía un poco nervioso, y hasta cabizbajo. A pesar, de que fue la señora Fray quien nos ayudó, mi novio se sentía un tanto abatido. Y aunque no me lo dijera, yo conocía perfectamente la razón.

Sabía que, para él ya no representaba tanto conflicto el aceptar que le gustaban los hombres, creo que ese nunca fue el mayor problema. El verdadero problema era el hecho de poder expresarlo, y dejar que las demás personas supieran eso, pues en el mundo aún existen personas que no ven con buenos ojos una relación entre personas del mismo sexo; eso era el verdadero problema.

Estaba logrando, que poco a poco, dejara de sentirse mal cuando salíamos a la calle, y nos tomábamos de la mano o le robaba un beso. Parecía, que era algo a lo que ya se estaba acostumbrando sin sentirse del todo mal. Y entonces, aparece esta señora y comienza a decirnos que está muy mal lo que hacemos, que estamos mal nosotros.

No sé qué tan bien este, el que crea que la aparición de esa señora pudiera ayudar un poco. Si, hizo sentir mal a Alexander, pero a pesar de un poco de malestar, no hubo otra cosa. No huyo de ahí, y en ningún momento se alejó de mí lado. Supongo, que esa pequeña lucha la estaba ganando Alexander.

Y eso me hacía sentir bastante bien, sobre todo por él.


Después de preparar un delicioso desayuno, y de limpiar un poco la cocina. Nos dirigimos al sofá, planeábamos pasar la tarde viendo películas.

Él se sentó en el sofá, y yo me recosté apoyando mi cabeza sobre sus piernas. Cerré los ojos, cuando comenzó a pasar sus dedos por mi cabello, en ese momento no me importo que después mi cabello quedara todo alborotado, me gustaba que él me hiciera mimos, así que podía aceptar lo que ocurriera después.

- ¿Magnus?

-Mmm...

-Gracias.

- ¿Por qué? –conteste sin abrir los ojos, mientras evitaba quedarme dormido. Sus dedos, eran suaves caricias, que me invitaban a dejarme llevar por los brazos de Morfeo.

-Por... lo de hoy. –Escuche como inspiraba hondo-. Hubiese sido más fácil, haberla ignorado desde un inicio e irnos, ¿verdad? En lugar de eso... nos quedamos ahí, y después... la señora Fray nos apoyó. A decir verdad... me sentí realmente asustado, no sabía qué hacer. –Detuvo un poco sus dedos, aún en mi cabello-. Pero, después me puse a pensar que, puede que siempre sea así. Que habrá personas que no apoyaran el que salgamos juntos, y otras que lucharan por que lo hagamos. Entonces... he decidido algo, veras... quiero decírselo a mis padres.

Abrí los ojos para mirarlo.

- ¿Estás seguro? Sabes que no hay prisas. Es algo que debes hacer, cuando te sientas listo...

-Sí, estoy seguro. Por eso quiero que vengas hoy a casa, ellos pasaran la noche aquí, así que... sería la ocasión perfecta. Además... el que tu estés conmigo ahí, me haría sentir más cómodo. –Guardo silencio un momento-. ¿Estás de acuerdo? –mordió ligeramente su labio inferior...

-Si-me levante, el verle haciendo aquello me...

- ¿Q-ué ocurre?

-No hables...-me incline levemente sobre él para besarlo.

En verdad, estaba perdidamente enamorado de este chico, que podía ser tan lindo y tan jodidamente sexy...

Sebastian

- ¿Quieres asistir? –pregunto Clary. Que se encontraba recostada en el sofá, con la cabeza en el reposa brazos, y sus piernas sobre las mías.

-No lo sé-me encogí de hombros-. Son amigos tuyos, y no creo que...

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