Capitulo 12

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FOTO: Jocelyn

                                                           Domingo

Clary

Los ruidos provenientes de la cocina me despertaron, con un solo ojo mire la hora, en el reloj del buro. Eran apenas las 8 de la mañana, ¡y era domingo! Eso solo podría ser una persona, Sebastian.

Sebastian, hacía lo que quería en casa. Si le daba hambre a las dos de la mañana, se levantaba e iba a la cocina, si quería tomar una ducha a la 1 de la mañana lo hacía, si quería comer pizza como postre, lo hacía, si quería ver películas en pijama lo hacía, siempre y cuando nadie nos visitara.

Me levante, y camine hacía la cocina. La verdad era que me molestaba mucho todo aquel ruido, y parecía que no acabaría nunca.

-Buen día, Claribubu-dijo mi hermano sin mirarme, parecía concentrado moviendo algo en la estufa.

-Deja de llamarme así-me crucé de brazos, era el apodo que me dio cuando tenía apenas 3 años. En ese momento me paría gracioso, y lindo, pero ahora era simplemente ridículo.

- ¿Por qué? –me miro.

-Ya no soy una niña-infle las mejillas. Rio.

-Para mí siempre serás Clarybubu-sonrió, para volver a su tarea.

-Como digas... Pirocapitan-sus hombros se tensaron, mierda-. Eh... y-yo, no quise.... decir eso... -se quedó en silencio, comencé a pedir que mi madre se levantara ya de la cama. Respiré hondo y decidi caminar hasta él, un paso, dos pasos, tres pasos... pegué un brinco cuando se giró bruscamente.

- ¿Quieres tocino? –tenía una extraña sonrisa en el rostro, retrocedí sobre mis pisadas.

-Si...-susurre con un hilo de voz. Volví a tener miedo.

-Deberías ir a cambiarte, y despertar a mamá. Yo terminare todo esto ¿sí? –dijo acomodando algunas cosas en el comedor.

Asentí con la cabeza, aunque sabía que no me había escuchado. Y salí corriendo hasta mi habitación, entre cerrando la puerta con seguro detrás de mí. Mi corazón palpitaba rápidamente, sentí un escozor en los ojos, y luego una lágrima rodando por mi mejilla. Me pase la mano por la mejilla.

Mi cuerpo comenzó a resbalar por la puerta hasta sentarme en el piso. El miedo había vuelto, al igual que las lágrimas.

Simón

- ¿De verdad la dejaste pasar? –mire mal a mi madre.

-Sí, no la hagas esperar.

-Pero...

-Pero es adorable, anda-se dio la vuelta cerrando la puerta.

Suspire. En mi sala estaba Mauren, esperándome con "unos deliciosos pastelitos". De verdad que no quería ser pesado con esa niña, pero ya no me gustaba que fuera mi fan.

Al principio fue lindo, y genial. Tener una fan que asistía a todas tus presentaciones, con fabulosos carteles, y que publicaba fotos en sus redes sociales. Pero dejo de parecerme divertido, cuando comenzó a venir a mi casa, mandarme obsequios, tomarme fotos solo a mí, y decir que éramos novios. Quería mi espacio.

Me puse la misma ropa del día anterior, la verdad, no importaba. Quizá si me veía en fachas ya no querría ser mi fastidiosa fan.

Estaba sentada en el sofá, mirando las atentamente las fotografías de la pared. En una de ellas estaba yo, corriendo desnudo por la casa. Me avergonzaba esa foto.

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