Llega el lunes, después de una semana llena de miradas, sentimientos, libros y alcohol.
—Maldito ciclo que no tiene fin—
En un año natural que tiene 365 días, tengo que aguantar 48 lunes.
Cuando iba de camino al colegio, me puse a mirar el cielo. Estaba nublado y se podían notar las gotas de la lluvia caer. Yo solo podía pensar en la música de aquella noche.
El frío se transformaba en calor cuando pensaba en ella.
Ya en mi salón, solo me propuse a mirar las aves que se posaban en los árboles mojados.
—¿Señorita Rouse?— Dice el profesor señalando a un rayo de luz pero con un tono más apagado.
Antonella se veía más desanimada de lo normal.
En el recreo todo el suelo estaba húmedo por la lluvia.
Decidí buscarla ha antonella.
La cual se encontraba en un banquillo lejos de las personas.
—Creo que ese puesto no te pertenece— Digo mirándola a los ojos, los cuales no dejaban de brillar
¿Es posible que las luciérnagas nunca se apaguen?.
—Creo que alguien me está persiguiendo— Se levanta apoderándose de mi mirada.
Mientras ella se iba le tomé la mano.
No sé que estaba haciendo en ese momento solo me dejé llevar otra vez.
Las gotas se sincronizaba con el ritmo de mis latidos.
El agua me empapaba
—¿Qué te parece si después de clases salimos?— le propongo la idea un poco nervioso
Después de escuchar eso, ella se marchó al salón y sin recibir respuesta.
Cuando terminó el recreo al llegar a mi puesto vi una nota pegada en la parte superior.
La abrí
"Nos vemos en la casa del Árbol"
Ya con eso pude notar que se trataba de Antonella.
Después de eso, mi ansias se activaron esperando a que suene el timbre e irme.
¡Ring, Ring, Ring!
Parecía que nunca se iba acabar la clase.
Al llegar a mi casa. Me bañé, me coloqué un suéter y me llevé un pequeño bolso. Le dije a mi papá que iba a estudiar donde un amigo.
De camino me puse a pensar en qué le diría o qué haríamos.
Subí a la casa del árbol y no estaba ella, solo habían libros abiertos. Uno de ellos me llamó la atención.
Se llamaba "Otoños sin ti"
Algo me toca el hombro y veo que se trata de ella.
—¿Qué haces con mi libro?— Dice
—Solo le echaba un vistazo—
Nuestra conversación fue normal, solo hablamos de lo que nos gusta que son los libros.
Y así pasaron semanas, casi todas las tardes nos encontrábamos en esa casita del árbol.
Ella me recibía con dulces o cualquier postre, los consumimos junto con los libros. En ocasiones nos preguntábamos acerca del otro para conocernos mejor.
Unos de esos días, ella me pregunta esto:
—¿Por qué te gusta estar conmigo?—
—Hay un oasis de pensamientos sobre ti en mi cabeza que todavía no descifro, pero prefiero estar contigo, que seguir en mi casa. Ahora ya no estoy simplemente callado, soy un chico callado con una razón de sonreír—
Después de decir pude notar que sus mejillas cambiaron a un tono rojizo.
—"Podría simular una pasión que no sintiera, pero no podría simular una que arrasara como el fuego"—
Cité a uno de nuestros escritores favoritos. Aunque pareciese que estoy
yendo muy rápido con ella, quería ser sincero.Sentí que tomaba mi mano y acariciaba mi cara.
—Margot no podemos estar juntos, somos de mundos separados—
Toda mi mente quedó en blanco, aunque no estuviera enamorado de ella, no negaría que me gustase, pero no siempre somos correspondidos y trato de nunca entregarme por completo.
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La Relatividad del Amor
Romance¿Tiempo? Acaso tienes tiempo para visitar ha alguien, que probablemente ya ni recuerde el color de tus ojos. Tantos viajes y el camino sigue avanzando. Igual que el tiempo, nunca se detiene y tampoco te espera. Dime ¿Disfrutaste la última vez que es...