22. Llamada

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Antonella.

Para describir mi días en una sola palabra sería "monótonos".

Ya me había leído todos los libros que conseguí. Gema se fue de viaje con su familia por una semana, así que estaría muy aburrida y sola.

Pasé toda la tarde pensando que hacer esa semana, estando acostada en mi cama y mirando la pared, podría ser mi culpa por no tener amigos, lo que acorta mi planes de salidas.

-Estoy cansada de estar aquí-Me digo a mí misma.

Decido bajar a sentarme debajo de mi árbol, ya estaba colocando el sol en su punto más hermoso.

El atardecer.

Me preparo un jugo y me siento a contemplarlo.

Cierro mi ojos y trato de que mi mente me lleve al lugar que quiera. Un camino, música suave en el fondo, ver las hojas caer de los árboles ,un clima cálido y sentir la brisa en mi rostro.

Hasta que mi hermana me sacó de mi burbuja imaginativa.

-Veo que estás muy aburrida Anto ¿Quieres salir a divertirte, como un día de chicas? Te vendría bien salir a conocer el mundo-

Sin dudarlo le acepté la propuesta.

-Gracias, ya me iba a volver loca en este lugar-

Fuimos a su habitación donde ella me ayudó a maquillarme y vestirme, ese era uno de los trabajos de gema, porque yo soy muy indecisa con mi vestimenta.

Pero no me importaba, lo bueno es que no iba a estar mi casa.

Ya cuando me subí al auto, solo me quedaba viendo el cielo por la ventana.

-¿A dónde vamos?-Le pregunto a mi hermana.

-Hacia donde nos lleve el camino, solo confía, te vas a divertir-

Odio que siempre las personas me dejen con la duda.

Coloqué música para que no sintiera tan soso el viaje. Propuse a ambientar el momento con una canción llamada "Chemical" de Post Malone, para estar en la misma sintonía.

Ya cuando estábamos llegando, al parecer un tipo de muelle muy hermoso.

Al bajarnos del coche me llevó a ver los juegos de la feria.

Una de las cosas que me gustaba de ese lugar, era el sonar de las olas.

Nos reíamos, comíamos algodón de azúcar y me divertía (algo que no me pasaba desde tiempos de antaño).

La rueda de la fortuna estaba ocupada por unos chicos. La verdad solo necesitan un puesto, no veo la necesidad de pagar todos los lugares.

Decidí irme al Montaña rusa.

Cuando me subí solo se podían escuchar los gritos de las personas.

Quedé un poco mareada pero el sentimiento de ser libre y salir era muy fuerte. Sensaciones que solo el humano puede experimentar, de creerse inmortal por un pequeño fragmento de la vida y poder palpitar la vida.

Después de todo eso me senté en un lugar a ver las olas del mar chocar.

Las estrellas brillaban bastante y la luna estaba hermosa.

Ojalá nunca se acabe este día.

-¿Quieres comer?- Me pregunta mi hermana.

-Si, tengo mucha hambre-

Cuando iba caminando con mi hermana, le contaba como me iba en la preparatoria.

-Mira a ese chico de allá Anto- Me interrumpía mi hermana.

A lo lejos veo como un chico guiaba a otra chica en un camino lleno de pétalos.

Pero cuando los detallo me quedo fría.

No podría creer que era él.

Margot.

Observo como besa a lo que parece ser su novia, me costaba un poco reaccionar.

Esperé a que se terminaran de comer, para poder llamarlo.

-¿Hola?-

-Hola Mart, soy Antonella-

Se quedó varios segundos en silencio.

-Date la vuelta- Le digo.

Y fue en ese preciso momento cuando nuestras miradas se volvieron a encontrar.

La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora