26. Columpios

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La maldita luz del sol que se reflejaba por mi ventana no me dejaba dormir.

Y tenía una gran migraña

-Maldito alcohol-

Con la poca fuerza que tenía agarré mi celular y veo varios mensajes de Antonella.

Eran las 12 de la tarde y recordé en ese instante que le dije para ir al parque, no le podía quedar mal, además quería estar con una persona que si se preocupa por mí y no me deja botado en una fiesta.

Le respondí diciéndole la hora que iba a llegar.

Me bañé y me cambié la ropa que la tenía toda llena de cerveza.

Pude notar cuando me vi en el espejo que tenía el pómulo hinchado, traté de buscar un hielo para calmar la hinchazón, pero no teníamos.

No tenía mucha hambre que digamos.

Mientras esperaba que se hiciera la hora me coloqué a leer un libro que había dejado mi libro por la mitad.

Se llama "Sentenciado por mis pensamientos".

Estaba enganchado con todo el suspenso que tiene, me vicia cada puta página de ese libro.

Que hasta me aprendo sus diálogos.

La literatura es mi única droga que no me matará, y si fuera así tendría sobredosis de ella.

Mi alarma me interrumpe sacándome de mis pensamientos, tenía que irme.

Como nunca puede faltar me llevé mi bolso y me dirigí a la estación de autobuses.

Mientras esperaba me llegó un mensaje de An diciendo que ya estaba en camino.

Yo le respondí sabiendo que llegaría unos minutos tarde porque el autobús se retrasó un poco.

Dentro del autobús, un señor un poco viejo se me sentó a mi lado y empezó a toser. Para los que no me conocen, soy una persona que sufre de Misofonía, no me gusta para nada el sonido de una tos, así que el viaje se convirtió en un infierno para mí.

Ya cuando llegué al parque pude notar a una hermosa chica a lo lejos.

Yo ya sabía que era ella.

No sé por qué, pero no creo que pueda haber otra chica tan bella como ella en ese parque.

Su mirada se fijó en mí, cuando iba caminando.

-¿Qué te sucedió en la cara?- Me preguntó con tono de preocupación.

-Puede que ayer me haya peleado- Sabiendo que ni pude tirar un golpe.

-¿Tu peleando? Jamás te imaginé de ese tipo de chico-

-¿Y cómo me imaginas?- Le pregunto.

-Como siempre, un chico tímido introvertido, con su toque cortante y dulce a la vez-

Nunca me habían descrito tan bien.

Nos sentamos bajo la sombra de un árbol.

Ella trajo un libro y me lo empezó a leer como hacía antes.

-Veo que las costumbres no se pierden- Digo haciendo que se le salga una pequeña sonrisa.

Yo solo prestaba atención a cada palabra que salía por su boca, me encantaba escucharla.

Pasaron varios minutos.

Después nos fuimos a los columpios ya que estaban desocupados.

Toda la tarde estuvo bien.

Mientras más alto estaba podía sentir que tocaba el cielo.

Y como estaba con Antonella quería que tocáramos el cielo juntos.

Cada vez que yo volteaba ella sonreía.

La verdad la extrañé.





La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora