28. Dudas

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Empecé a llamar a Jules varias veces y ella solo me colgaba, pero yo seguí insistiendo hasta que atendió.

-¿Qué quieres Mart?- se notaba la molestia en su tono de voz.

-Yo debería preguntarte eso, tengo tres llamada pérdidas tuyas ¿Pasó algo?-

-Ya no importa, olvídalo- nunca entenderé a las mujeres.

-Pero Jules...- no me dejó terminar de hablar al trancar la llamada.

Jules es algo complicada, por no decir mucho, siempre se enoja por todo, a veces se le pasa al momento o en otras ocasiones a los días. Trataré de hablar con ella mañana, era unos de mis días libres sin trabajo, porque había entregado suficientes fotos para varios el resto de la semana.

Ya al llegar a mi casa un poco cansado, decidí acostarme para lograr conciliar el sueño.

Sin embargo no pude al escuchar algunas notificaciones de mi celular. Lo tomé para ver de qué se trataba.

"Que tengas linda noche Toledo". Se trataba de Antonella, y si, me dice Toledo, no me sé razón de ese apodo, pero no es algo que no me dejase dormir.

También me mandó unas de las fotos que nos tomamos en su teléfono. Yo solo veía cada mensaje y me acosté con una pequeña sonrisa.

Un puto gallo me despertó por la mañana.

-Te voy a encontrar gallo de mierda, y te haré sopa de pollo-

Eran las 6 de la mañana y yo despierto por un puto animal, así que traté de calmar mi furia con un desayuno. Tenía una pesadez enorme y solo pude prepararme un cereal con leche. Después de eso me lavé la cara, los dientes y me acomodé el cabello que estaba todo tieso por culpa de mi forma de dormir.

También aproveché el tiempo para ordenar mi escritorio junto con mi biblioteca, solo recogía y lanzaba algunos papeles que contenían ideas de canciones fallecidas o ensayos que no me gustaron del todo, lo único que le agregué a mi mesa de trabajó fueron las fotos con antonella, las pegué en la repisa de arriba, tal vez ella me sirva como fuente de inspiración.

Así transcurrió la mañana, por lo cual me preparé para ir a la casa de Jules, ya que no la había visto desde hace tiempo, y lo admito, tengo culpa en eso, por enfocarme más en una amiga que en mi propia novia, quizás la lastimé sin darme cuenta, por su forma de contestar, en ocasiones no respondía mis mensajes o simplemente me trataba cortante, aunque yo también soy así.

Cuando llegué a su casa me dijo que estaba sola, así esta vez si podía hablar con más confianza con ella.

Me senté y me ofreció una bebida.

Tenía una bata que le llegaba hasta las rodillas.

-¿Dónde has estado todos estos días?- Me pregunta mientras toma de su café.

-He estado ocupado con el trabajo-

me voltea los ojos.

-¿Qué sucede?- Le pregunto.

Sigue sin mirarme a la cara, hasta que soltó su comentario, que ya lo estaba esperando.

-Te he tratado de hablar y tú solo te la pasas con esa amiga tuya-

Ella se coloca celosa por cualquier chica con la que hablo.

-Jules quiero que dejes de hacerte ideas estúpidas en la cabeza-

Ella se me empieza acercar.

Y se coloca encima de mis piernas y lleva su dedo a mi boca diciendo.

-Recuerda que tu eres mío ¿Entendiste?- No es la primera vez que me lo dice.

-Yo no soy de nadie ¿Entendiste?- Le digo sujetando su mentón.

Ella frunce el seño de su rostro y se baja de mis piernas. Se podía sentir una tensión en el ambiente, pero no me importaba mucho que ella se molestara por una estupidez.

-Eres un imbécil ¿Sabías?- No es raro para mí que me digan eso.

-Soy tu novia y creo que deberías saber que tienes que hacer que me sienta bien en la relación-

-¿Y tú me hiciste sentir bien en la fiesta?- Le corto sus comentarios.

-¡Joder! ¿Sigues con lo mismo?-

-Me dejaste esa noche solo en la calle- Respondo su pregunta-Por eso no tienes el puto derecho de decirme imbécil a mi-

Después de ese comentario, ella me corrió de su casa y me cerró la puerta en la cara.

Tengo demasiadas dudas en mi cabeza, para estar desperdiciando mi tiempo de esa manera.











La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora