6. Frío

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Después de una noche que quedará guardada en mi baúl de experiencias, me desperté con una pequeña migraña, por lo que fui a la cocina para tomarme una pastilla.

—Hasta que por fin despiertas bello durmiente— Decía mi papá desde la sala.

Me extrañé un poco por ese comentario ya que por lo normal me levanto temprano, así que revisé la hora en mi celular.

—¿SON LAS 12?— Miré la pantalla con asombro.

—Al parecer la pasaste muy bien anoche— Dijo mi papá en un modo irónico.

—Bailé mucho en la fiesta, tal vez por eso me desperté tan tarde—

—¿Sabes Bailar?— No quería iniciar una disputa a esa hora, por lo que solo evité su pregunta.

Al revisar mi celular tenía muchos mensajes de mis amigos, hasta de números que no tenía agregados en mis contactos. Alejandro fue una de las personas que más mensajes me dejó, incluso me mandó un video donde aparezco bailando.

Si había un momento donde sentía ganas de matarte, era en ese preciso instante, mientras veía mi video compartido por los grupos de mis amigos.

Decidí hacer caso omiso a eso para no terminar de estresarme por completo, por lo que me lavé la cara, me cambié la ropa que cargaba, preparé algo de comida para no estar con el estómago vacío. Tomé las llave y salí para caminar hacia la casa de Frank, ya que me escribió porque quería que le prestara unos libros de la prepa.

Hoy hacia mucho frío en el clima (lo cual me gustaba) y el cielo estaba nublado, así que pensé en no tardarme mucho en su casa para prevenir cualquier lluvia.

—¡Frank!— Lo llamé tocando la puerta.

—Hola Mart— Abre la puerta recibiendo los papeles.

—¿Quieres pasar?— Me pregunta.

Le expliqué que ando algo apurado por el clima, pero me platicó sobre la preparatoria, ya que quería que lo ayudara en unas materias que le costaba entender.

Le dije un pequeño resumen acerca del tema de cada materia sobre todo lo que hemos visto esta semana, y que me llamara otro día para seguirle explicando, por el corto tiempo que tenía.

Así que me despido y voy en dirección a la casa de Alejandro, porque me invitó a pasar la tarde jugando con su consola junto con Chris. Pero como siempre tengo la razón, sentí varías gotas de agua caer mientras caminaba, sin embargo algo me detuvo.

Una voz.

—Creo que alguien me está persiguiendo— Habla desde la casa del árbol de la anterior noche.

—Es sorprendente la cantidad de casualidades que topas en el camino— Digo de una manera un poco sardónica.

—¿Y tu logras recordarme? Porque ayer solo con dos tragos ya estabas hablando mal— que gracioso su burla hacia mi poca experiencia tomando.

—Solo te diré algo, basta mirar tus ojos para recordarte— decía mientras le mantenía clavada la mirada.

Me invita a subir.

La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora