24. Intimidad

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Después de aquella noche me sentí muy bien y la vez raro.

Ver como la chica que me gustaba conocía a mi novia, eso no se ve todos los días.

Recibí una llamada de Jules mientras estaba en la calle, porque estaba buscando otra cámara para tomar mejores fotografías.

-Amor ahorita te llamo que estoy ocupado-

Le cuelgo la llamada.

Ya estaba estresado, había visitado más de cinco tiendas diferentes para en contra la puta cámara.

Hasta que por fin después de una hora caminando conseguí la tienda y el precio estaba aceptable.

Así que después de comprar la cámara me dirigí a la casa de Jules.

Me fui en autobús como siempre.

Mientras observaba la calle y los árboles por la ventana me coloqué a pensar.

¿Para qué me llamó Jules?

Ella me estaba esperando al frente de su puerta.

-Bienvenido a la Residencia Jules- Me dice mientras toma mi mano y entramos a la casa.

Me llevó hacia su cuarto y yo solo me dejaba llevar. Me sentó en la cama mientras ella se encerró en su close, a la vez me comentaba sobre una fiesta.

No tenía interés por alguna fiesta.

-¿Quieres ir hoy a la fiesta conmigo?- Me pregunta.

-No tengo ánimos de eso Jules-

Luego abre el close.

Cargaba puesto un sostén negro y una ropa interior del mismo color

Me tragué la saliva.

Algo me decía que me estaba manipulando, pero joder es difícil decir que no

-Yo te puedo animar a ir Margot- Decía mientras se me acercaba.

La verdad no me sentía preparado para hacerlo.

Pasó su mano por mi pierna hasta llegar a ese "lugar"

No me resistí y la subí a mis piernas, mientras ella me besaba, rozaba su espalda con mi manos.

Son momentos de la vida donde ninguna persona logra pensar con claridad.

Pasamos varios minutos de solo caricias y besos.

-Jules si voy a ir contigo a la fiesta-le acepto la propuesta.

Se aparta mordiéndome el labio.

-¿Me puedes ayudar a escoger mi ropa?- Me pregunta

-Seguro todo te que bien-

Mientras me veo en el espejo arreglándome la ropa noto una marca en mi cuello, gracias Jules.

La ayudé con su ropa, pedimos una pizza para no ir con el estómago vacío.

Yo le avisé a mi papá que llegaría un poco tarde, así no me tiene que esperar.

Nos sentamos a aguantar la llegada de unos amigos de Jules que nos iban a recoger en su casa. Ese día ella estuvo más cariñosa que de costumbre.

Escuché como la bocina de un auto sonaba por fuera, obvio eran sus amigos.

Viajábamos en un convertible, sentía la brida en mi cara y ver los postes alumbrar la calle era increíble.

Al llegar todo lo bueno desapareció.

Y ya se podía escuchar la música a todo volumen.

La botellas de cervezas en el suelo y la gente muy pegada, no era buena señal.

Pero trataré de pasarla bien por Jules.

La Relatividad del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora