13 de diciembre

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Louis, aparte de ser voluntario, estudiante y escritor, también era profesor en la escuelita de surf en los veranos. Sí, amaba tener su agenda llena y la pasaba realmente bien, ya que sus amigos compartían los mismos pasatiempos.

Con Zayn daba clases en la escuelita de surf; con Sam y Jack estudiaba letras; y con Amelie compartía turno en el voluntariado.

Se sentía afortunado de encontrarse rodeado por tan hermosas personas.

Todos tenían aproximadamente la misma edad que el ojiazul, excepto Amelie que tenía apenas diecinueve.

A todos ellos los conoció en el mismo año que a Harry, con la diferencia de un par de meses. El rizado había partido en febrero y los chicos aparecieron en la vida del ojiazul en mayo. Zayn fue con el primero que congenió en un cruzar de palabras, compartían gustos musicales, el mismo humor y las mismas ganas de vivir la vida. Sam era callado, un poco introvertido, pero no tardó mucho más en sumarse a aquel dúo. Jackie, en cambio, era todo lo contrario a Sam; era extrovertido, confiado, seguro, y tenía ese «no sé qué» que a Louis lo volvió loco. Lo intentaron una vez, pero se dieron cuenta de que funcionaban mejor como mejores amigos, y eso se mantiene hasta el día de hoy. Amelie, aquella pequeña de ojos claros y cabellera colorada que lo cautivó en su primer día como voluntaria. Louis vió un poco de él en ella, y juró que haría todo lo que estuviera a su alcance para protegerla de lo que a él no lo hicieron.

Aquellas cuatro personas conformaban la pequeña, pero acogedora, casa del castaño, y era realmente feliz con ellos.

Harry, quién sólo se dedicaba a escribir y viajar, se encontraba en el pequeño pueblo londinense; Greenwich. En dónde realizaba un curso corto de escritura creativa y literatura inglesa. Amaba todos y cada uno de los aspectos de las palabras; y más amaba encontrar nuevas formas de describir aquellos ojos azules culpables de su obsesión.

Él, a diferencia de Louis, no tenía muchos amigos. Si dejaba unos pocos conocidos alrededor del mundo, pero ninguno llegó a formar parte de su corazón. No hasta que conoció a Agustín, un argentino con su mismo estilo de vida. Él hacía work and travel, se asentaba una o dos semanas en alguna parte del mundo, buscaba un trabajo de media jornada, y una vez que recaudaba lo suficiente partía de nuevo. Ellos se cruzaron en Milán, y desde ahí se volvieron inseparables; si bien no se veían muy seguido, casi nunca, sabían que podían levantar el celular y llamarse desde cualquier parte del mundo, a pesar de la diferencia horaria.

Malibú || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora