01 de febrero

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Sí, el cumpleaños de Harry. Sí, lo pasaba sólo. Sí, la carta le había llegado el día anterior pero decidió esperar para abrirla, no estaba listo. Todo lo que se tratara sobre el ojiazul le daba pánico, no sabía con qué le podía salir. Era una caja de sorpresas; y no se equivocaba.

Él, el sillón, la mesa ratona, el sobre marrón, sus ganas de morir.

Su mano izquierda apretaba con fuerza el apoya brazo del sillón, su mano derecha sostenía el sobre.  Soltó el barandal y abrió el papel de par en par.

"Querido Harry:

Primero quiero decirte que me hace feliz ver que, a pesar de los años, sigas recorriendo el mundo; y aún así te acuerdes de mí.

Fuí con los chicos a ver las luces, y me acordé de vos. Me acordé de la primera vez, de tus ojos esmeraldas, de tus manos nerviosas, de tus perfectos rizos, de vos.

Después de que me hayas deseado un cumpleaños diferente me resulta ambiguo desearte un muy feliz cumpleaños, primero porque sé que sos feliz haciendo lo que te gusta, y segundo porque sé cuánto te gusta festejar y cumplir años. Así que no puedo hacer más que desear que nunca te choques con una piedra que te impida seguir siendo feliz, no puedo hacer más que desear que cada rinconcito del mundo se guarde en lo más profundo de sus adoquines un pedacito tuyo; que el mundo sepa quién es Harry Styles.

Hoy, 15 de enero, releí tu carta y recordé que me deseaste un cumpleaños diferente, y verdaderamente puse todo mi empeño en volverlo realidad. Si te interesa saber lo que hice, espero tu mensaje, y en caso de que tu respuesta sea un no; qué pena por la maravillosa historia que vivirá sólo en mi mente.

Si pensas que el párrafo anterior es una manera indirecta de decir que extraño tu voz, estás en lo correcto. Extraño tu voz rasposa al despertar, tu tacto sobre mis tatuajes, tus besos en mi frente. Te extraño a vos sobre mi pecho, a vos en mi cocina, a vos en mi vida. Pero solo son pensamientos que surgen un 20 de enero a las 2 de la mañana con una birra en la mano y un pucho en los labios.

Feliz cumpleaños, Hache. Que la vida te encuentre siempre siendo real.

Con amor, Louis.
Y sí la propuesta te gusta,
te dejo mi número.
xxxxxxxxxx"


Lloró, lloró por sus sentimientos, lloró por Louis, lloró por no poder cumplirle el deseo.

Hablarle por mensaje implicaría dejar de mandar cartas y dejar de mandar cartas implicaría perder su esencia. Él consideraba las cartas como la manera cliché de demostrar su amor, hoy en día ya nadie mandaba cartas de amor, por eso el suyo era único e irremplazable.

Louis le estaba pidiendo que abandonara su esencia para amigarse con la tecnología, algo que no le agradaba tanto ya que decía que los jóvenes vivían hipnotizados con esos artefactos inteligentes.

Pero más allá de ese punto, sumamente importante, de la carta; Louis también le estaba deseando  que el mundo supiera quién era él, cuando solo pensaba que era un insignificante punto en un dibujo minimalista.

Tenía que procesar muchas cosas y tomar una decisión, una buena o una mala, de eso se encargaría el destino.

El tono de llamada lo sacó de su trance, era Agustín.

—Hermano, ¡feliz cumpleaños! Acá ya es dos así que espero que allá siga siendo primero, perdón que no llamé antes pasa que tuve actividades todo el día. Te amo un montón, espero que hayas salido de tus cuatro paredes al menos.— dijo al hilo su mejor amigo.

—Hola, Tin. Gracias, sisi sigue siendo primero así que no llegaste tarde; considerando que sos el único que me llama en mi cumpleaños. Para tu fortuna sí, salí de mi depto pero solo a comprar un cassette.

—¿Un cassette? ¿Para qué querés eso?

—Como vos decís, “vivo en la prehistoria”— dijo en tono de burla.

—Sí, es verdad. Bueno ya que cumplí mi rol de buen mejor amigo, pasame foto de la carta.

—No.

—Entonces decime qué te dijo el petiso porque dudo que vayas a comprar un cassette por amor al arte, mi intuición dice que si lo compraste es porque le vas a grabar algo.

—Ah muy bien sabés cómo funcionan. Solo te voy a decir que me pidió que le hablara por mensaje para que me cuente lo que hizo en su cumpleaños, que extrañaba mi voz.

—Ah mirá que bueno, permitime gritar. —un grito ahogado en la almohada se escuchó del otro lado de la línea, haciendo reír a Harry.— ¿Y qué tiene que ver el cassette en todo esto? ¿Le vas a hablar?

—No precisamente, no soy fan de los celulares. Solo lo tengo para poder hablar con vos ya que no puedo mandarte cartas si no sé dónde estás.

—¿Y entonces?

—Entonces le voy a mandar un cassette con una canción que estuve escribiendo, sólo me falta la melodía.

—¿UNA CANCIÓN? Dios mío, pero ¿por qué un cassette? ¿Y si no tiene cómo escucharlo?

—Morirá con la intriga de saber lo que tenía.

—Sos de lo peor Harry, no lo puedo creer. Me enojé, chau.

Malibú || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora