Jueves. Louis amaneció con un dejo de nostalgia.
Se dió una ducha rápida, se lavó los dientes y bajó a desayunar. Lo mismo de siempre, le gustaba mantener la rutina; café con leche, tostada con queso untable, huevo revuelto y palta.
Una vez más, tenía clases en la escuelita de surf. Algo dentro de él le decía que iba a pasar algo distinto aquella mañana.
Al llegar saludó a Zayn, quién había llegado un rato antes y había aprovechado para preparar a los chicos.
Juan, el primer alumno que había tenido Louis en sus comienzos, se acercó a él. Si bien ya había pasado su tiempo en aquella escuelita, le gustaba seguir yendo y disfrutar de la magia que el ojiazul y el ojimiel tiraban allí.
—Hola crack, ¿cómo andás? — preguntó el adolescente.
—Hola Juan, bien ¿y vos?
—Bien bien, todo en orden. Che, escuchame, ¿qué onda Harry? Hace rato no lo veo por acá, ¿pasó algo?
Eso era, eso era lo que su cuerpo trató de evitar y aún así no pudo esquivarlo. Eso era lo que lo tenía nostálgico desde un principio, su herida se abrió.
No se dió cuenta de que su cara comenzó a transmitir todos esos sentimientos devastadores que atormentaban su cabeza.
—Uy, te metí el dedo en la llaga hermano, te pido perdón.
—No no, perdón, nada que ver. Tranquilo, él está bien y en unos días es su cumple así que si lo tenés en las redes mandale saludos. Pasa que encontró destinos más lindos. —dijo apoyando una mano sobre su corazón, en señal de dolor.
Las palabras de Harry resonaban en su cabeza, formando una sonrisa en su rostro. «Los días acá son aburridos, la gente no sabe divertirse, al menos no como en Benagil. Acá no hay luces, no hay playa, y, por sobretodo, no están tus ojos azules».
Al cabo de dos horas la clase terminó y los amigos se fueron juntos hasta donde el camino los separaba.
—¿Pasó algo hoy? Te noté disperso.— preguntó Zayn.
—No, hermano. Pasa que Juan me preguntó por Harry y tuve un mini flashback, pero nada más.
—¿Le escribiste la carta?
—Sí, pero sigue en proceso. Sabes cómo soy.
—Genial, si necesitas algo me avisas, ¿ok? Siempre estoy para vos y una birra.
—Lo tomo con gusto, nos vemos hermano.
Se dieron un abrazo y se dirigieron cada uno hacia su casa.
Un amigo de fierro.
Un corazón machacado.Louis llegó a su casa, se preparó un café, agarró la carta y se sentó a escribir.
Tomó la lapicera en sus manos y un recuerdo le invadió los sentidos.
*flashback* [reproducir video anclado]
Día de enero, un rizado acalorado y un castaño entusiasmado.
—Qué hermoso es el mar.— soltó el ojiazul.
—Tanto como vos.— respondió el ojiverde.
—¿Sabes surfear? —preguntó con los ojos iluminados.
—No, me da miedo el mar.
—Ese siempre fue mi sueño, agarrar una tabla y terminar en el medio de aguas internacionales. Siempre tuve el sueño vivido de dar clases, compartir mi pasión por el mar, pero siempre tuve trabas. Ahora es la edad, en unos años va a ser la altura y cuando tenga la oportunidad voy a estar retirado de la juventud.— soltó con tristeza.
—No te tires abajo, si lo deseas con tus entrañas lo vas a conseguir y vas a ser el mejor profesor de surf que alguien pudiese tener.
—¿Querés ser mi primer aprendiz?
—¿Me prometes que si el mar me quiere arrastrar no me vas a dejar caer?
—Te prometo salvarte de las aguas peligrosas, y también prometo nunca dejarte caer.
Louis se paró tan deprisa que casi le arrancó el brazo a Harry de lo fuerte que lo sujetó.
Ahí estaban; ellos, el mar y la arena siendo testigos de la más bonita casualidad. Ahí estaban, siendo uno, amándose con fuerza.
*fin de flashback*
El café se enfrió, la lapicera se secó, el papel se arrugó, el corazón se marchitó, el alma se desgarró.
Con las lágrimas amenazando con salir siguió escribiendo la carta, pero esta vez con un deseo de hacer cambiar la historia.
La terminó, finalmente había plasmado todo lo que le entró en la carilla del papel. Porque esa era la única condición, las cartas no debían ser más extensas de una carilla, tenían que distribuir sus sentimientos en una sola cara de la hoja. ¿En cuántos carácteres podían expresar sus sentimientos? Ninguno lo sabía, eso era relativo.
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Malibú || l.s
RomanceTodos tenemos un «ojalá» en nuestras vidas. Alguien que pudo ser, y se quedó en la puerta sin entrar. Una chispa que no encontró dónde hacerse llama, y que se apagó sin dejar huella. Alguien que cuelga de tus recuerdos y que, de vez en cuando, prov...