Harry amaneció en aquella pequeña y acogedora ciudad londinense, era sábado así que no tenía curso, pero sí clases de piano. Amaba los sábados porque eran los días en que sus escritos cobraban vida y se convertían en una débil música. Música que jamás saldría a la luz, música que nadie escucharía, ni siquiera el dueño de aquellas melodías, música que moriría en el cuaderno del rizado, música que viviría por siempre en la débil tecla del piano.
“He cruzado el mundo entero
con el corazón colgando de mi pecho,
buscándote.
Ahora que te encuentro,
confundo la realidad de tu beso
posando sobre mi boca,
nutriéndome de tantas cosas locas,
con el espejismo de la sed y
la deshidratación del viaje.
Confundo tus ojos con los sueños
y los sueños con tus ojos.
Me desangro…
y aunque no entienda
qué está pasando,
si sos real o te estoy soñando,
me encuentro feliz.
Seas lo que seas te traje mi corazón.
Lo dejaré entre la tierra y tus pies
para que puedas pensarlo mejor,
Mientras, yo iré muriendo por la esquina.
Espero llegues antes.
Aún me queda volver a besarte.”
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Malibú || l.s
RomanceTodos tenemos un «ojalá» en nuestras vidas. Alguien que pudo ser, y se quedó en la puerta sin entrar. Una chispa que no encontró dónde hacerse llama, y que se apagó sin dejar huella. Alguien que cuelga de tus recuerdos y que, de vez en cuando, prov...