20 de marzo

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Sábado.

Los sábados, el grupo de amigos del ojiazul tenía la tradición de pasar todo el día en la playa; aquella playa donde conoció al amor de su vida.

Cada uno se encargaba de llevar algo para el picnic; esta vez se encargaron de lo siguiente: Zayn de la bebida, Jack de los sanguchitos, Amelie del postre, Sam de los juegos y Louis de sus famosos brownies -locos-. Porque nunca venía mal un poco más de risas, un poco más de felicidad.

—Hola hermanos.— dijo el ojiazul al llegar a la playa.

—Hola Lou, llegaste justo. —Sam se levantó de la arena y golpeó amistosamente la espalda de Louis.

—Me imagino que no iban a empezar sin mí.

—Jamás.— dijo Zayn con la boca llena, a lo que el ojiazul respondió con un rodeo de ojos.

—Cuanto más rápido comamos, más rápido vamos a comer los famosos brownies.— habló Amelie.

—Noo, yo sabía que me olvidaba algo.— dijo el castaño, llevándose las manos a la cabeza.

El grupo de amigos abrieron sus ojos a la par.

—Te mato.— acusó Jackie.

—¿Cómo yo, Louis Tomlinson, me voy a olvidar de algo? —se hizo el ofendido.

—Últimamente tenés la cabeza en una nube… mejor dicho un muchacho alto, metro ochenta, ojos verdes y rulos definidos.— bromeó Zayn.

—Sisi, muy gracioso sos Zeta, tentado estoy.

—Amargo.

—Amargo.— contestó en tono burlesco.

Después de la pequeña charla, se dispusieron a almorzar, en silencio. Y, como cada vez que el silencio invadía la vida de Louis, comenzó a pensar; a recordar.

*flashback*

Eran las siete de la tarde, cuando Louis y Harry se encontraban caminando por la orilla del mar, agarrados de las manos, con sus almas entrelazadas.

—¿Viste eso? —dijo el ojiazul.

—¿Qué cosa?

—Eso.— respondió señalando algo dentro del mar.

—No veo nada Lou, ¿qué hay?

—¡Eso! —dijo esta vez tomando la cabeza del ojiverde y girándola en la dirección que decía.

—Creo que voy a tener que ir al oculista, no veo nada.

—Allá, en el horizonte, donde el atardecer y el mar se hacen uno, donde terminan los miedos y empiezan los sueños, donde nos espera toda una vida juntos. —dijo coqueto.

—Iba a decirte que sos un boludo, pero me estás haciendo llorar. Te amo.— respondió con los ojos vidriosos.

—Te amo.

Ahí, bajo la luz anaranjada del atardecer, con las olas rompiendo de fondo, y las pocas estrellas asomándose en el cielo, se besaron. Haciendo a todo fenómeno natural cómplice de su amor.

*fin de flashback*

Una lágrima rodó por su mejilla, una lágrima que dejó el rastro de su amor; y antes de que las palabras se le esfumaran de su cabeza, tomó su celular y escribió en las notas:

[reproducir video anclado]

El mar descansaba
en absoluto silencio,
con olas teñidas de negro.
Y allí estaba yo,
pensando.
En el antes y en el ahora,
en lo que pudo ser y en lo que pasó.
Lo siento.
Tuve que hacerlo,
amarte en secreto,
abrazarte con una mirada,
tuve que hacerlo.
Porque quiero que seas feliz,
aun sin ser yo el motivo.
Y en unos días,
unos meses,
o unos años,
cuando me rocen las olas
me acordaré de ti.
De lo que pudo ser y de lo que pasó.

—Lou —lo llamó la colorada, sacudiendole los hombros.

—Perdón amiga, me dispersé un poco.

—¿Todo bien? —se sumó Zayn.

—Si.. Si, sólo recuerdos. ¿Le entramos a los brownies? —intentó cambiar la cara y animar a sus amigos, aún sabiendo que estar triste e ingerir sustancias no iban de la mano.

—AL FIN.— gritó Sam.

Los amigos comenzaron a agarrar dicho alimento del tupper de Louis, olvidándose por completo del ojiazul y su pequeño desvarío. Y él, intentando olvidarse del joven rizos perfectos por un milisegundo.

—Louis, ¿podés entender por las buenas que no te quiero? Sos muy intenso para mí.

—¿El problema es mi intensidad? Puedo controlarme, si eso hace que te quedes conmigo, otra vez.

—No, no tenés que cambiar para tenerme. Simplemente no conectamos como te gustaría.

—No me dejes, no ahora, no así, no para siempre. Por favor.— dijo con lágrimas en los ojos, ya sin contención alguna.

—Dejarte ahora es mejor que hacerlo después cuando tus sentimientos se aferren más a los míos, Lou. Por favor, no lo hagas más complicado.

—Si te vas a ir llevate todo. Llevate la llave de mi corazón, el hilo de mi alma y mi sistema nervioso. Llevate todo, las llaves, las canciones, las hojas. Llevate todo, porque todo me recuerda a vos. —dijo en un hilo de voz.

—Por favor…

—No, andate, pero no vuelvas más. No me vuelvas a buscar porque no voy a existir.

No supo en qué momento sus ojos se habían cerrado y sus inseguridades habían tomado el protagonismo. Tampoco sabía en qué momento había empezado a llorar, o cuándo su garganta se había cerrado, cuándo sus pulmones habían dejado de recibir oxígeno o cuándo su mejor amigo comenzó a abrazarlo. No sabía nada, sólo que tuvo el peor sueño vivido del mundo.

—Él… Él me dejó, me dejó sólo, sin nada, sin ganas, sin alma.— dijo con la voz ahogada.

—Shh, shh, ya pasó. — consoló el ojimiel, mientras acariciaba su espalda.

Del otro extremo de la vida, Harry se encontraba sentado en el balcón fumando un poco de marihuana; aún pensando en su castaño de ojos azules. Lo necesitaba.

Malibú || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora