09 de abril

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Harry despertó a mitad de la madrugada, con el sueño horrible de que Louis salía de su pecho; no quería volver a experimentar su partida. Así que, sin hacer mucho movimiento, tomó su celular y escribió un poco; luego lo pasaría al cuaderno.

Cuando despertás

Se desentierran los muertos para verte despertar, mi amor. Las brujas se suicidan y salen al sol. El científico reza para ver la función. Me haces creer un poquito más en Dios. Y ahí estás… los ojos hinchados, todo despeinado. No entendés nada y yo lo único que puedo hacer es contemplarte. No quiero siquiera desprender un sonido que cambie tu dirección. Sos arte. Pausa al mundo entero. Solo quiero llorar porque te amo y estás ahí despertando al lado mío. Nada podría hacerlo mejorar. Estás estirándote y sonriendo… tan lindo mi amor. Y es justo ahí, en ese momento, en el cual se cumple el mejor de mis sueños. Todos los días, con vos… se cumple mi sueño.

Luego de liberar sus pensamientos, abrazó el cuerpo que yacía sobre su torso y cerró los ojos, alejando cualquier mínimo pensamiento negativo.

El sol comenzó a entrar por la ventana del living, haciendo que Louis abriera los ojos primero. Había olvidado la sensación de plenitud que el cuerpo del rizado le generaba al dormir, era tan suave y templado como dormir sobre un colchón de plumas.

El cuerpo debajo suyo no tardó en despertar, sacándolo de sus pensamientos.

—Buen día, mi cielo.—dijo Harry con la voz ronca, el mundo de Louis tembló.

—Buen día, mi bosque.—dejó un beso en la comisura del labio contrario.

—Saludame bien.—frunció el seño.

—No te lavaste los dientes.

—Vos tampoco.

—Mucho no me puedo mover si tus piernas me tienen enredado.

—Qué pena, te quedarás así hasta que me saludes bien.

—Sos de terror.—ya rendido Louis depositó un beso en la boca contraria.

—Ahora sí, buen día.—la sonrisa de Harry era tan amplia que un hoyuelo había aparecido en aquel pequeño momento.

Las piernas del rizado soltaron el cuerpo esbelto del castaño, dejándolo libre para ir al baño.

—Bañate si querés, ahí hay toallas y te presto más ropa.—sugirió el ojiverde.

—No Hache, no te preocupes, gracias.

Cerró la puerta del baño y se miró en el espejo que iba de pared a pared horizontalmente.

Observó su aspecto por unos segundos, no quería bañarse porque eso implicaría sacarse de encima todo lo que la noche anterior había pasado -y todo lo que había anhelado por tres años- así que no, no se bañaría.

Se lavó la cara y, justo cuando su mano quiso girar el picaporte, un rizado semidesnudo le ganó de antemano. En la mano libre llevaba dos mudas de ropa.

—Yo sí quiero bañarme, pero con vos.—dijo al cerrar la puerta tras su paso.

—Yo...yo —las palabras no le salían de la garganta.

—No digas nada, sólo aceptá.—se llevó un asentimiento de cabeza como respuesta.

En ese momento ya no importaba si el agua se llevaba lo de la noche anterior, incluso lo de ese instante, sabía que obtendría más; y eso alimentó el deseo en Louis. El hambre. La sed.

Una vez más, sus cuerpos se reunieron en un clímax lujurioso.

Las respiraciones que minutos atrás se encontraban en un frenesí, ya estaban volviendo a la normalidad. Las manos que minutos atrás recorrían el cuerpo contrario con completa ansiedad, ahora se encontraban sobre sus ropas, vistiéndose. Las lenguas que minutos atrás estaban en guerra por la toma de control, ahora se encontraban secas.

El primero en salir fue Harry, quién se puso un jogging gris y se dejó el torso desnudo; Louis no se quejaba de aquello ya que su tatuaje favorito no estaba cubierto por ninguna tela. Él se había puesto un short blanco deportivo, dejando su torso al desnudo también.

Harían guerra de tatuajes. ¿Quién caería primero ante la tentación?

Malibú || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora