15 de marzo

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Louis había pasado todo un día escribiendo una carta. Le había tomado todo el día porque en el medio lloraba, respiraba, moría «y renacía». Todo dolía cuando de Harry se trataba, la herida seguía abierta y todavía no había generado la capa de piel protectora, pero no era un dolor de agonía sino uno de anhelo, uno de extrañitis como diría Mirtita. Le dolía extrañar de sobremanera al rizado, era esa una de las razones por la cual en su carta le preguntó si tenía planes de viajar en los próximos meses… el reencuentro estaba más cerca de lo que pensaban.

Antes de meter el sobre en el buzón le pidió a Zayn que la leyera una vez más y si la aprobaba la metería en el buzón y si no le parecía, no lo haría. Porque así era su relación, un Louis dependiente de la opinión de su mejor amigo y un Zayn fiel y orgulloso de su hermano, al cual acompañaría a la guerra, aún sabiendo que morirían en el intento.

—Louis ya la leí tres veces, me sé la carta de memoria. Si no la metes YA en el buzón le escribo a Samantha.—amenazó el ojimiel, sabiendo que su amigo odiaba a la nombrada.

—Vos le escribís a esa y yo me mudo a la Antártida.—contraatacó.

—Ay si, como si pudieras vivir lejos de mí, niño dependiente.

—Basta, meté la carta en el buzón o rompela, pero hacelo ya antes de que me arrepienta.

El morocho no tardó ni cinco minutos en meter el papel doblado dentro del sobre color celeste pastel, pasar su lengua por la solapa para que el contenido no se perdiera en el fondo del mar, y meter dicho elemento dentro del buzón azul marino ubicado en la mitad del asfalto.

—¿Listo?— preguntó Louis, quien tenía los ojos cerrados para no ver lo que su amigo hacía con el sobre.

—Sí, lo rompí.— contestó conteniendo la risa.

Esa respuesta había hecho que el ojiazul abriera sus ojos de golpe, siendo chocado por la luz del sol de frente, lo que hizo que pestañeara varias veces. Zayn no pudo aguantar más la risa y Louis sintió un alivio en su interior.

—Tendrías que haber visto tu cara de espanto, pensé que ibas a vomitar.

—Estúpido, nunca más juegues así conmigo.

El morocho pasó su brazo por el cuello de Louis y caminaron así, abrazos, unidos, de regreso a la casa del ojiazul. No tenían que dar clases en la escuelita de surf así que se juntarían todos para pasar una noche juntos.

[reproducir video anclado]

En el lado sur del mundo se encontraba Harry, junto a su guitarra, trazando notas al azar y acompañando el ritmo con tarareos bajos. Eran esos momentos en donde pensaba a la vez que rasgaba las cuerdas y, en ese momento, se encontraba pensando en el pasado.

El pasado de Louis y Harry no era un pasado normal, común, simple; era todo lo contrario. Su relación era de las más hermosas, aquel que se metiera en los recuerdos de ellos dos vería la perfección de las almas juntas, pero a veces las relaciones no se basan en la relación, sino también en lo interior.

Louis era muy -demasiado- inseguro de sí mismo, consideraba que nadie merecía tenerlo; no por ser mucho para el resto sino por ser demasiado poco. Se sentía -y aún lo hace- menos, poco, aburrido, ordinario, gris. Sentía que cualquiera con un poco más de seguridad podría ocupar su lugar, sentía que Harry no merecía encadenarse a él, pero él sí necesitaba encadenarse a Harry. El ojiverde le brindaba paz, le brindaba un hogar, un espacio en su cama.

Ustedes dirán que las relaciones se basan en dar sin esperar recibir nada a cambio, o dar en partes iguales, pero eso no pasaba con ellos. Harry daba lo que podía y Louis daba hasta lo que no tenía, porque a pesar de saber que Harry no merecía estar con él, no podía pensar en la idea de no tenerlo en su vida. Daba todo lo que pensaba que el rizado merecía, daba todo lo que no tenía por pasar un minuto más con él abrazados bajo las sábanas. Pero así como todo empieza, todo termina. La gravedad bajó la manzana del árbol. El sol dejó de alumbrar el girasol. El libro se quedó sin páginas escritas.

Como era de esperarse, el rizado volvería a emprender viaje, no era un alma dispuesta al sedentarismo. Le propuso a Louis irse con él, pero el ojiazul estaba destinado a quedarse en casa. Fue así como el amor de verano terminó así, siendo un amor de verano, pero con los sentimientos expandidos por el resto de sus vidas.

Es por ese motivo que en la actualidad Harry no tomaba el primer avión a Benagil y se reencontraba con Louis, porque el ciclo empezaría de nuevo y el adiós dolería cien veces más.

El ojiverde salió de sus pensamientos y se encontró con sus manos aferradas a una cuerda, y sus ojos empapados, no sabía en qué momento había empezado a llorar, pero dolía. Esos eran los días en donde mandaría al destino al carajo y le haría caso a su corazón, pero eso era egoísta. Tal vez Louis no estaba listo para verlo porque una cosa era extrañar y otra era necesitar verlo ya mismo mismo. Tal vez Louis no lo quería ver y solo extrañaba su recuerdo. Tal vez, tal vez… su cabeza solo reproducía escenarios que empezaban con un ‘tal vez…’ seguido de posibilidades para nada felices.

“Eyes can't shine
Unless there's something burning bright behind
Since you went away, there's nothing left in mine
I feel myself running out of time”

[Los ojos no pueden brillar
A menos que haya algo ardiendo detrás
Desde que te fuiste, no queda nada en el mío
Siento que me estoy quedando sin tiempo]

Malibú || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora