Deseo de arcángel[Disponible En Amazon]

Capítulo 66

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Los diseños de Enid

      Mientras corro por el jardín sur, me doy cuenta que estoy controlando mi deseo de destruir algo, y eso quiere decir que lo que Jared hizo me ayudó mucho con mis dones de nefil. Mi miedo no se va de mi sistema pero mantengo todo controlado dentro de una pequeña caja de cristal dentro de mi cerebro.

Lo que más me enfada es que no voy a perder por mi pecado con Haziel, sino por ser un nefil.

Esto es increíble.

Me achicharrarán el cerebro solo para encontrar que ese ángel estúpido que dejó escapar a su Jephin es Haziel, y aunado a eso también se darán cuenta que soy un nefil y terminarán encarcelándome en el Quinto Cielo.

―No. ―Susurro negando con la cabeza.

Haziel no permitirá que me borren la memoria. No... no puedo olvidar lo que soy y lo poco que he aprendido.

―No puedo olvidar todo lo que sé ahora que sé controlarlo ―miro mis manos con interés después de sentarme al comienzo del laberinto del jardín..

Quizás si sus hermanos lo presionan él es capaz de ceder. Haziel no perderá sus alas, no por mí, un nefil. Y más allá de eso... yo tampoco soportaría saber que Haziel perdió sus alas por mi culpa.

Sollozo entrando en pánico al pensar en todos los posibles escenarios

―¿Por qué? ―miro hacia el cielo con reproche y luego entierro mi rostro lleno de lágrimas en mis manos.

¿Qué me diría Evan? Todo tiene una solución.

¿Qué me diría Elsie? Patéales el culo.

―¿Y qué me diría Blay? ―susurro con cierto temor. No me gusta la respuesta.

―¡Niamh! ―el grito jocoso y femenino me hace dar un respingo y ponerme de pie de un salto.

Es Enid, que se acerca a mí con una sonrisa de oreja a oreja. Tiene su cabello recogido en un moño alto con una diadema de diamantes muy hermosa. El vestido digno de ella me embelesa hasta los huesos y mientras tanto yo con toda mi cara llena de lágrimas y mocos.

―Haziel dijo que estarías por aquí ―me toma de las manos ignorando mi cara trágica―. Te traje ropa nueva, tienes que verla.

Me arrastra hacia el interior de la morada hablando de sus nuevos diseños, pero no puedo corresponderle a su buen ánimo.

―Ellos están hablando cosas que no me incumben ―comenta de la nada―, de todas formas yo sólo vine a dejarte algunas prendas que hice inspirándome en ti.

―Oh, me siento halagada.

Subimos a mi habitación. A veces me cansa lo lejos que es todo dentro de la morada, es como vivir en una ciudad con paredes.

―Aterricé en tu balcón, al no encontrarte dejé todo encima de tu cama. ―Habla con emoción y me fijo en lo alta que es ella. Alta y estilizada. Ya lo había visto antes, pero nunca tuve la curiosidad de admirarla más de lo normal.

Miro todo el montón de tela encima de mi cama con asombro. Gasa, tul y demás telas en colores hermosos y acabados sorprendentes. Ella se acerca y agarra la primera prenda. Un vestido de seda, color perla, los tirantes de los hombros tienen diamantes.

―Enid, eso parece un vestido de bodas ―opino sin muchos ánimos.

Ella cree que estoy de ánimos, pero no se merece mi mala cara.