Capítulo 7

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Ojos Grises


Cuando abro los ojos, miro hacia la ventana como solía hacer cuando me despertaba en casa. Al ver que la cortina de la ventana no es la misma de mi habitación suspiro con resignación.

¿Cuándo llegué a la cama?

Recuerdo que le grité al Ojos Grises y termino concluyendo que me desmayé por causa de su extraño poder de debilitarme hasta los tuétanos.

Me levanto de la cama y camino cuidadosamente hacia el baño. Si supiera una receta para cortarme la regla la haría ahora mismo.

Salgo al pasillo y me detengo al oír voces en la sala. Hago una mueca de «qué me importa» y camino hacia el baño. Luego de asearme me entran las ganas de llorar.

―Es tan duro ―me digo aspirando.

―Niamh. ―Doy un bote al oír mi nombre y me seco las lágrimas con rapidez, luego abro la puerta para encontrarme con el tirano.

―¿Cómo sabes mi nombre? ―pregunto a la defensiva.

―Quizás después te explique.

―Pues, odio que lo digas completo ―espeto―. Es N-I-A. Nia.

―No. En realidad es Niamh ―pronuncia con acento irlandés y aprieto los dientes―. Pero lo dejaré simple. Niamh ―lo dice con acento inglés y trato de no mirarlo fijamente. Sé que mis ojos están enrojecidos y agradezco que no haga alusión a ellos.

―Haz lo que te dé la gana ―suelto―. No me interesa si te enojas, no me interesa si me provocas otro desmayo.

―¿Provocaste que se desmayara? ―pregunta otra voz masculina y Ojos Grises se quita de mi campo de visión para dejarme ver a otro tipo.

A simple vista se ve que mide más de un metro noventa, o quizás más, tiene un traje de dos piezas, pero se ve a kilómetros que es todo músculos. Tiene el cabello casi al rape y debe tener unos cuatro días sin afeitar su barba. Un Chris Hemsworth con ojos dorados.

Trago duro y miro al Ojos Grises, el cual me está mirando con los ojos entornados.

―Él es Ahilud ―dice y yo vuelvo a ver a Chris. Digo, a Ahilud.

―M-mucho gusto ―farfullo nerviosa y vuelvo a tragar―. Puedes llamarme Nia.

―Es un placer Nia ―dice haciendo una reverencia―. ¿Por qué no me acompañas a la sala? ―Mis pies responden por sí solos y camino hacia él ignorando al Ojos Grises.

Ahilud deja que yo camine delante de él. Cuando llego a la sala me dirijo a un sillón tapizado y me siento; en cambio él se sienta en el sofá.

Deseo de arcángel[Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora