Capítulo 39

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Sígueme.

La llegada del Querubín

Lo primero que mis ojos captan es que hay gigantescas rocas que albergan como un trono a cada ángel que se encuentra flotando en el aire por encima de cada trono labrado.

Todas las descomunales rocas tienen muchos tipos de plantas enredaderas, y eso las hace ver surreal, como una película de fantasía, y a eso se le suma que están alrededor de lo que parece ser una arena. Lo más impresionante es que la arena es amplia, por lo menos debe ser la mitad del tamaño de un estadio de fútbol. En el cielo están sobrevolando los cuervos, casi ni se ven, pero hay cientos de ellos, sólo se me cruza por la mente que también quieren ser testigos de mi condena o algo así.

―Oh ―exhalo nerviosamente y Haziel me aprieta un poco la mano. Quizás sea para darme valor o para recordarme que tengo que concentrarme. Joder, es cierto.

«Tú puedes Nia»

Hay diez arcángeles flotando en el aire. Sólo tres son femeninas, los demás son muy masculinos, y lo curioso es que todos parecen tener la misma estatura. No puedo ver sus rasgos a la perfección, pero son hermosos.

No establezcas contacto visual con ellos hasta que estés completamente concentrada, Niamh ―Haziel se adentra en mi cabeza y yo respiro más hondo.

A medida que nos acercamos al centro de la arena siento que mis manos quieren temblar convulsivamente; a eso se le suma la sensación de estar pisando un piso pulido cuando en realidad el suelo parece de piedra caliza.

¿Te gustan las estrellas? ―la pregunta ridícula de Haziel me toma desprevenida y sólo me hace fruncir el ceño y mirar hacia el suelo.

¿Las estrellas? ¿Qué le pasa? ¿A qué viene la pregunta? Claro que me gustan, pero no es el momento de hablar del tema.

Las estrellas de aquí no son las mismas que puedes ver desde la tierra.

Lo miro de reojo y veo que tiene una leve sonrisa en su cara.

―Haziel Ashkanizkael ―anuncia una voz que me hace alzar la mirada para ver de dónde proviene. Pero todo sigue igual, de hecho la voz pareciera que vino del cielo.

Cuando pienso en preguntar algo, Haziel se detiene y suelta mi mano. Demonios, creo que el show va a comenzar porque los cuervos parecen estar formando un anillo en el cielo.

―¿Qué hacen los cuervos?

―No son cuervos ―él habla en voz moderada y noto que está mirando al frente así que, decido imitarlo. ¿No son cuervos?

―Miradiel Cantor ―anuncia la misma voz que pronunció el nombre de Haziel y un ángel desciende y toma asiento grácilmente en un pedestal agitando su capa blanca dramáticamente.

Bueno, más bien es un trono diseñado para el ángel pelinegro.

―Ark Daniel. ―Continua la voz. Ark parece tener los ojos oscuros igual que su cabello, no aparenta más de veinticinco años, parece una estrella juvenil de Hollywood.

A él le siguen un ángel femenina llamada Zemer, me gusta su color de piel, es oscura, y su cabello rizado es de un negro azabache. Después de ella le sigue un tal Baniel de cabellos plateados, un tal Kemuel de cabellos blancos.

Como sea, cada arcángel se entrona cuando su nombre es dicho.

―Justo ahora, se cumplen las veinticuatros horas máximas dictaminadas en el Código para aquellos ángeles que optan por traer humanos al Beta ―el que habla es un arcángel masculino. Creo que se llama Etniel, su cabello rizado y corto es su característica más resaltante, pues es de un tono cobrizo claro que nunca he visto antes.

Deseo de arcángel[Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora