Capítulo 14

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Nueva York


Creo que no puedo morderme más el labio. Bueno, sí puedo, pero si sigo lo romperé. Llevo tres horas tratando de dormir, pero me es imposible. Primero: jamás había durado más de dos horas en un avión y segundo: mi mente culpable no me deja.

―Ten ―me dice Zack y alzo la mirada. Agarro lo que me ofrece y observo que es un paquete de galletas.

―No quiero ―hago una mueca―. Me has dado muchas cosas dulces, ¿qué pretendes?

―Minerva dijo que mientras más azúcar consumas más rápido dejarás de sangrar.

―¿De qué estaba hecha la bebida? ―le pregunto abriendo el paquete de galletas.

―No lo sé.

―¿Por qué confías en ella? ¿Qué tal si me ha envenenado? ―Él se ríe al oír mis palabras y eso me enoja.

―Minerva sabe lo que hace.

―¿Ah sí? ¿Qué tal si se equivoca?

―Minerva sabe mucho de plantas, tiene mucha sabiduría en...

―Zack, no es necesario que le cuentes tanto ―dice una voz masculina y me giro para observar a un tipo de pie cerca de la salida―. Ella no necesita saber ese tipo de cosas.

Desvío la mirada del tipo y me concentro en comer mis galletas. No preguntaré quién es porque en realidad no me interesa. No me importa nada acerca de los ángeles caídos que van aquí o bien sea humanos o qué sé yo.

Después de terminar el paquete de galletas me acomodo en el asiento y cierro mis ojos. Trato de relajarme y de hacerle creer a Zack que estoy dormida. No quiero hablar con él. Llevo tres horas escuchando su excitación de tener a la Jephin de un arcángel. Juro que quiero estamparle mi zapato en la cara, así quizás deje de ser tan imbécil.

Los minutos pasan y no dejo de pensar que en el Beta han pasado tres días, pero si Haziel me está buscando entonces vamos a la par con el tiempo. Y él me está buscando. Lo que menos quiero es que en un par de años él llegue a mi casa y me estrangule alegando que pasó todo ese tiempo buscándome para hacerme pagar por haberle hecho tanto mal.

―Ay. ―Me hundo en mi asiento sintiéndome la peor persona del mundo.

―¿Te sientes bien? ―pregunta Zack y abro mis ojos.

―No, no me siento bien ―le respondo con brusquedad.

―¿Qué tienes?

¿Qué qué tengo? Sería mejor pregunta lo que no tengo. Sería más fácil.

Lo único: que quiero reclamarle a alguien todo lo que me está pasando.

No. En realidad, necesito un consejo. Un consejo de vida o muerte. Pero ¿quién puede aconsejarme? Las personas a las que les pediría consejo no están aquí, están en Berwyn. Ah, y mi abuela que está en Toronto.

Simplemente, lo siento. Yo no planeé esto.

―Responde. ―Zack me zarandea sacándome de mis cavilaciones.

―¡Auch! ―me quejo tratando de empujarlo y él me suelta al instante―. ¿Piensas partirme acaso? ―exclamo enojada y me pongo de pie.

―¿A dónde...?

―No escaparé ―espeto atravesando las cortinas y me refugio en el baño.

Contengo las ganas de llorar y hago un mohín de frustración.

Deseo de arcángel[Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora