1: PIETRO

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El pueblo de Aarush se deleitaba con los grandes rayos del sol, los hombres y las mujeres caminaban por las calles con grandes sonrisas en sus rostros, algunos llevaban grandes bolsas de comida o adornos, mientras que otros portaban inmensas pilas de madera. Algo sucedía, algo enorme.


El baile de luna.

Esto ocurría cada cincuentenario, una tradición comenzada por los monarcas antepasados del reino de Zyra, como decía la costumbre, el castillo debería abrir sus puertas al pueblo en cada celebración de esta. Así también, otros reyes y sus hijos eran invitados al festín, como una muestra de paz y armonía. Pero lo que más llamaba la atención para trasladarse al gran reino, era ver los rostros de los gobernantes, y el heredero al trono.

Podía ver a lo lejos a diferentes niños caminar junto a sus padres, poniéndose nerviosos sin saber con qué vestirse, ya que, ir a ver a los reyes no era cosa de todos los días. Dejando de observar por vario tiempo, entré a la imprenta en donde trabajaba y pasaba casi todo el dia alli, solo con la vista al enorme castillo. Imaginando tener una vida así, llena de lujos, comodidades y poder.

Pero a la vez, también me preguntaba, ¿vivir en ese inmenso castillo sería tal y como pensábamos los que vivimos en el pueblo? porque lo más seguro, es que no sabíamos cómo era dentro del lugar para la princesa, los guardias y los trabajadores.

Salí por completo de mis pensamientos cuando escuche la puerta abrirse, mirando como mi jefe entraba al establecimiento, Al verme, se acerco a mi con ningún tipo de emoción hacia mi, que era el único que se encontraba ahí.

- Romanoc, me alegro de que hayas llegado temprano, debemos hablar. No tengo mucho tiempo, así que seré breve. -

Lo mire en silencio, esperando que prosiguiera con cual fuera el trabajo que iba a darme. Solo esperaba que fuera lo suficientemente bueno como para darme una buena ganancia.

- Sabes bien, eres responsable y nunca me has decepcionado así que tengo fe de que lo harás bien. La gente está muy contenta por la celebración de hoy, que no se dan cuenta que es solo una cortina de humo para que no veamos algo desagradable. Allí es donde tu trabajo comienza Pietro, ahora mismo recogerás tus cosas e irás a la ciudadela, deberás dialogar con cada trabajador del lugar, incluso si se puede, con la princesa. -

Me quedé en silencio escuchándolo de manera atenta, debería quedarme el mayor tiempo posible allí, pero, ¿como siquiera podía acercarme a ellos sin asustarlos con mis preguntas?

Como si fuera que él hubiera leído mis pensamientos, me dijo:

- Puedes estar tranquilo, ayer por la tarde envié una carta al reino para pedir autorización y me la han concedido, así que, puedes ir totalmente seguro de que tu vida estará a salvo. Si me traes algo jugoso, el puesto de director ejecutivo será tuyo - Dijo por última vez, y luego se retiró, dejándome completamente solo.
Seguí en silencio, como en un estado de shock que duró por varios minutos, suspiré cuando sentí los pensamientos rompiéndome la cabeza una y otra vez. No tenía una salida a aquello, ese puesto era todo lo que deseaba en el mundo, si no podría llegar a tener un mejor salario, estaba seguro que las cosas con mi madre se volverían mucho peor.

Luego de un largo día de trabajo, me encamine hacia mi casa, el sol ya comenzaba a bajar y las calles comenzaban a iluminarse. Mire por encima del hombro y allí estaba, el reino de Zyra, donde seguramente pasaría seguramente más de un tiempo dentro, debería preparar varias preguntas una vez que llegara a mi habitación.



















No encontraba a mi madre por ningún lado de la casa, así que decidí dejarle una nota en la mesa comentando sobre lo sucedido y lo que debería hacer. Después de todo no tenía más tiempo que perder, ni siquiera tenía tiempo como para escribir algunas preguntas, guarde un par de ropa restante, un traje para la ocasión, la pluma, tinta y unos cuantos pergaminos. Mire una última vez la casa, como si no fuera a volver a venir, tal vez era un presentimiento estupido, pero observaba con nostalgia.


Y allí estaba, justo enfrente, el castillo era realmente inmenso, con grandes escaleras que seguramente me harían cansar antes de siquiera subir la mitad de ellas, era de un color matiz y con algunos detalles sobre las grandes puertas, una luna dibujada junto con una constelación a su lado Observé a dos guardias custodiando la entrada, me acerque a pasos lentos y les sonreí.

- ¿Nombre? - preguntó uno de los sujetos, mirándome directamente a los ojos, esperando una respuesta.

- Buenas tardes caballeros, soy Pietro Romanoc. Vengo de la imprenta del pueblo para hacer unas entrevistas, el rey me ha permitido la entrada antes de la celebración - Explique mientras los miraba ambos, por un segundo hubo un silencio, y luego, el otro hombre habló.

- ¿De la imprenta? Yo no he escuchado nada de una, ¿no será que tienes las agallas para engañarnos y hacer lo que sea ahí adentro? - Exclamó el otro hombre, soltando una risa burlona mientras me veía bajando la cabeza, dejándome en ridículo enfrente de su compañero por ser más bajo.

Antes de que siquiera pudiera contestar a su mala broma hacia mi cuerpo, las puertas fueron abriéndose de par en par, tanto como los guardias y yo observábamos quien iba a salir. Mi respiración se desvaneció al ver un joven caminando hacia la salida, era realmente guapo, por su vestimenta logré deducir que tenía un cargo especial en el reino, tal vez el jefe de esos hombres que no me dejaban entrar.

- ¿Está todo bien por acá? - Cuestiono el rubio una vez que estaba enfrente de nosotros, pasando su mirada de mi hacia ellos.

- Disculpe la molestia capitán, pero este muchacho dice que viene de una imprenta y que tiene el permiso del rey. ¿Usted escuchó algo sobre eso? - Ambos lo miraron, sintiéndome algo invisible en ese instante.

- Por supuesto que si, se los comente esta mañana, pero como ustedes son tan responsables - Dijo con un tono sarcástico, volviendo su mirada hacia mi. - Ven conmigo, te daré un recorrido y luego puedes comenzar con tu trabajo -


Hizo un movimiento con su cabeza para que lo siguiera adentro, lo cual hice, escuche las puertas cerrarse detrás de mí y observé a mi alrededor, fascinado por la belleza de las paredes, el decorado y lo bien limpio que se encontraba el lugar.

Solo unas horas antes de que todo se pusiera de cabeza.

𝐂𝐎𝐑𝐎𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐂𝐇𝐈𝒁𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora