8 de abril de 1804
El sol estaba en la cúspide del cielo, sus rayos golpeando contra la tierra y iluminando las tierras. El castillo de Zyra estaba lleno de sirvientes yendo y viniendo para atender la fiebre de la reina consorte Crystal, esposa y madre de la princesa Millicent. Una mujer joven y bella, de carácter fuerte y un rostro suave, cabello plateado. Tenía su cabeza puesta sobre la almohada mientrás se quejaba del dolor de cabeza, sintiendo el remojo del agua a su lado, donde una criada humedeció su frente con un paño.
— El médico está en camino, mi señora. Por favor tenga paciencia mientrás el llega — Pidió la mujer, pasando el paño sobre su cuello para retirar el sudor de su cuerpo.
Había enfermado hace un par de días, la gente llegó a especular de que era algo más que solamente un pequeño resfriado, otros imaginaban que era un mensaje de los dioses acerca de un nuevo bendecido que vendría al mundo del vientre de la reina. Y ese último, era su peor temor, puesto que la relación con su esposo jamás habría sido la mejor.
— ¿Dónde está mi hija? — Preguntó la reina, cerrando sus ojos.
— Las criadas ya fueron a buscarla, majestad. Relájese, yo me encargaré de los demás, iré a avisarle al rey — Se dio la vuelta para retirarse, pero se detuvo.
— No te atrevas, si llega a pensar que es grave o estoy embarazada, la gente empezará a murmurar cosas indebidas, no podemos permitir que Zyra vuelva a estar detrás de los otros reinos — Exclamó, respirando profundo cuando las puertas se abrieron.
La presencia de la joven princesa se hizo presente cuando sus pies pisaron el piso de los aposentos de su madre, una joven de solamente doce años, se acercaba a la cama con una pequeña sonrisa y unas flores sobre sus manos, su cabello plateado era largo y ondulado, cayendo sobre su espalda, el vestido de flores ayudaba a darle un toque brillante a su esencia. Al terminar de acercarse, tomó la mano de su madre entre las suyas.
— Discúlpame por llegar tarde, pero el jardín me tenía atrapada entre tanta belleza — Colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja — ¿Cómo te sientes?
— No tan bien querida, el médico no llega desde hace tiempo y yo siento que estoy por delirar y volverme loca — Respondió, soltando un pequeño suspiro, apretando su agarre — ¿Tu padre?
— Ni idea, dijo que tendría que salir a buscar algo, lo vi subirse al barco hace una hora — Se dio la vuelta, extendiendole las flores a las criadas. Después, se sentó al lado de su madre, acariciando su cabello.
— Él y sus cosas, pero almenos te tengo a ti conmigo, cuando estamos juntas no me siento tan sola entre estas paredes — Dejó un pequeño beso sobre su frente, acercando su cuerpo al suyo para darle un abrazo — ¿Cómo se siente la princesa, uhm?
La princesa soltó un leve suspiro, colocando su cabeza sobre el pecho de su madre, sintiendo los pequeños masajes sobre su cabello largo, sintiendo como sus ojos se cerraban por el cansancio.
— Hoy fue un día muy, pero muy estresante — Comenzó, soltando un bostezo — las criadas me levantaron muy temprano, el desayuno no me gustó, el maestro hoy no estaba de buen humor y decidió darme demasiada tarea para mañana. Casi me corto la mano al intentar quitar flores, porque me olvidé de los guantes y.. — Otro bostezo salió de su boca — y...
Los aposentos se llenaron de silencio, la reina siguió con las caricias sobre el cabello de su hija, las criadas también se quedaron observando el rostro angelical de Millicent, quien dormía como un polluelo en los brazos de su madre. Crystal soltó un suspiro, acercandola más a su cuerpo para abrigarla con las sábanas, tosió un poco y se movió sobre la cama, intentando acomodarse.
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𝐂𝐎𝐑𝐎𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐂𝐇𝐈𝒁𝐀𝐃𝐀
FantasyACTO UNO Pietro es un escritor mediocre del pueblo Aarush. Sin saber, una oportunidad llega a su puerta, algo que le cambiaría completamente la vida. Zyra, un reino con una maldición, y él, que debería entrar a conocer a sus gobernantes. ¿Podrá co...