8: PIETRO

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Selene, diosa de la luna, hija de titanes y encargada de iluminar la tierra por las noches me había bendecido a mí, elegido para ser portador de sus poderes. Yo, un humano mediocre y totalmente insignificante estaba siendo reconocido como un bendecido, un ser humano totalmente dotado de inteligencia, fuerza y sabiduría, supuestamente.

- Debes quedarte aquí con nosotros, este es tu hogar de ahora en adelante. Podrás aprender a controlar tu magia y tener tu propio lugar entre tanta gente importante - dijo la reina, dándome una pequeña sonrisa.

- Entiendo su majestad, pero necesito tiempo para poder hablar sobre esto con mi madre. Al menos unos minutos.

- Por supuesto que puedes, Azael y algunos guardias te acompañarán para poder ayudarte con el equipaje.

- Si, mi señora - ambos dimos una reverencia y salimos del comedor, dirigiéndonos hacia un inmenso cuarto. Al abrir las puertas, hombres y mujeres estaban practicando con sus espadas.

- Kiran, Duvessa - dos mujeres se acercaron cuando él las llamó. Una rubia de ojos verdes, la otra pelinegra de ojos marrones.

- ¿Si, capitán? - preguntaron ambas al mismo tiempo.

- La reina ha ordenado acompañar a Pietro por cualquier emergencia, ustedes vendrán con nosotros. Vamos ahora antes de que se haga tarde.

Lo seguimos hacia fuera del castillo donde nos esperaba un carruaje, las chicas se subieron a la parte del conductor, tomando las riendas de los caballos, mientras que Azael me abría la puerta, me acomode en uno de los asientos largos, luego de cerrarla el carruaje comenzó a tomar camino. La pequeña cabina era el lugar más frío y callado que estaba conociendo en estos momentos, pero nada se comparaba con los ojos de Azael.

- Así que...bendecido por Ares - comencé, se giró para verme.

- ¿Disculpa?

- Me contó Yelena que habías sido elegido por él, debe ser un privilegio ser el dotador de su poder - ni siquiera me atreví a mirarlo a los ojos cuando me respondió.

- Si dices eso porque te acabas de enterar que eres un bendecido y crees en los rumores de la gente estúpida, no sucederá nada que pueda poner tu vida en peligro solo porque tienes magia. Solo pasarás por efectos secundarios.

- ¿Qué clase de efectos? - pregunte.

- Tus emociones pueden llegar a cambiar de un momento a otro, tal vez demasiadas al mismo tiempo. Pero no debes asustarte, son cosas normales que sucederá tarde o temprano, es una forma de aprender a llevar tu nueva vida.

El carruaje se detuvo, habíamos llegado más rápido de lo que imagine, al entrar a mi casa deje que Azael y las chicas se dirigieran a mi cuarto para tomar mis pertenencias mientras yo tendría que esperar. Fui a la cocina y encontré a mi madre ahí, con su mirada confundida.

- Querido, ¿por qué se llevan tus cosas? - se acercó a mí, poniendo sus manos sobre mis mejillas.

- Madre, te haré una pregunta y necesito que me respondas con la verdad - la mire antes de comenzar - ¿Tu sabias que yo soy un bendecido?

Observe como su cuerpo se tensaba con mi pregunta, quitó sus manos de mi y se alejó unos pasos. El nerviosismo era lo que más se distinguia de su cara, respiraba agitada como si fuera a perder la respiración.

- Por supuesto que no, en esta familia nadie ha sido bendecido por un dios o no se que. ¿Qué te dijeron para convencerte de eso?

- Lo que me dijeron no es importante mamá, necesito saber. ¿fue por eso que papá nos abandonó?

- Cariño, déjame explicarte por favor - volvió a acercarse, pero esta vez yo fui quien me aleje - tu padre se fue porque tenía miedo de lo que te pasaría si alguien de esas personas se daba cuenta de lo que eras.

- ¿Y me lo has ocultado todo este tiempo!? Me hiciste pensar que se había ido porque no me quería, porque yo no era especial...y fue por todo lo contrario! - grité con todas mis fuerzas. Mis ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los de ella.

- Por favor, no me pintes como la mala de la historia, yo sabía que si se daban cuenta te alejarian de mí y te convertirías en un monstruo, justo como ellos - intentó seguir explicando, pero Azael la interrumpió.

-Ya todo está listo, deberíamos irnos - dijo mientras me miraba. Asentí y volví hacia mi madre.

- Espero que algún día entiendas el daño que han causado tus mentiras y puedas aprender de tus errores - termine, dándome la media vuelta. Sentí su mano alrededor de mi mano, jalando hacia atrás.

- No por favor, no me dejes sola. Eres lo único que tengo - sollozo mientras focejeabamos. Cuando logré soltarme de su agarre sentí mi cuerpo cayendo hacia atrás, pero Azael me agarró antes de que tocara el suelo. Con rapidez me fui hacia la entrada, pero la voz de mi madre llamó mi atención.

- ¡No dejaré que te lo lleves! - grito. Golpeaba el pecho de Azael como una loca e intentaba rasguñar su cara, pero ni siquiera era tan alta como para llegar a él.

Al salir de la casa, la gente del pueblo nos miraba gracias al escándalo que mi madre hacía por esto, la vi correr hacia mi pero una de las chicas la detuvo mientras la otra subía mis cosas a la parte trasera.

- Por favor señora, coopere con nosotros y no haga esto más difícil - pidió.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó un hombre a medida que se acercaba.

- ¡Se quieren llevar a mi hijo! - gritó ella.

- No le haga caso, me estoy yendo por mi propia voluntad - le dije al desconocido. Las chicas volvieron a los asientos delanteros, esperandonos.

La mire por ultima vez sin decir nada antes de subirme y que Azael cerrara la puerta, empezamos a alejarnos cuando la escuche gritar mi nombre, su voz desgarrándose lo suficiente para romperme el corazón al escucharla pero ni siquiera tuve la valentía de darme la vuelta.

(...)

Me encontraba sentado en la mesa del comedor, junto con los reyes y la princesa, no tenía apetito luego de lo sucedido, miraba el tenedor clavado contra la carne pero estaba seguro que vomitaría si llegaba a comer solo un bocado.

- ¿Te vas a comer eso? - La voz femenina llegó a mis oídos, negué con mi cabeza y le extendí el plato en silencio.

Las puertas del comedor se abrieron de repente, Azael se acercó al rey con un rostro serio, susurro algo a su oído y este asintió. Él me miró y sonrió.

- Pietro, Azael te enseñara tus aposentos para que puedas descansar - me explico, entendi rápidamente a lo que quería referirse.

Me levanté de mi asiento mientras seguía a Azael fuera del comedor, caminamos por un largo pasillo lleno de puertas dando a habitaciones diferentes, llegamos a una al fondo a la derecha. Al abrirla, dejando ver una cama grande al medio con unas sábanas azules, decorada con algunas plantas y sus paredes eran de un mármol oscuro. Mis cosas estaban a un lado de un pequeño escritorio.

- Mañana empezaremos tu entrenamiento a las seis de la mañana en el jardín trasero, no llegues tarde - lo escuche decir mientras se daba la vuelta.

- ¡Azael! - grité algo fuerte, haciendo que se volviera hacia mí.

- ¿Si?

- Gracias por ayudarme con el tema de mi madre, sin ti no podría haberlo hecho.

Me dio una pequeña sonrisa que rápidamente desapareció de mi vista al igual que el. A la mañana iría a entrenar como alguien de ellos, haría amigos, aprendería de mi poder y podría ser una nueva persona. Tenía algo de miedo, pero el olor de aventura nunca haría temblar al hijo de la luna.

𝐂𝐎𝐑𝐎𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐂𝐇𝐈𝒁𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora