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𝐃𝐈𝐒𝐓𝐀𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎𝐍𝐄𝐒

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Aquella mañana Millicent se movió sobre la cama, buscando el cuerpo de calor a su lado, más aún así fue en vano, al sentir el frío sobre la sanaba corrió su cabeza mirando el vacío espacio que había dejado el rubio aquella noche. Un suspiro salió de sus labios ante la tristeza que sentía en su corazón, cada día despertaba con el masculinoba su lado, su cabello cubriendo la mitad de su rostro y su pecho subiendo y bajando cada segundo después. Se sentó sobre la cama estirándose, tomando su ropa del piso cual estaba allí desde el anochecer, un golpe en la puerta llamó su atención, tal vez se trataría de aquel muchacho, trayendo consigo el desayuno y su hermosa presencia.

-Adelante.

La puerta comenzó a abrirse, dejando ver la cabellera rojiza de una de sus criadas adentrarse a sus aposentos, la pequeña sonrisa que la femenina tenía se fue desvaneciendo a medida que las mujeres entraban, haciéndole una reverencia a la contraria con sus manos ocupadas de vestidos, toallas y agua caliente. Sin decir absolutamente nada de su interrupción con sus emociones, fue caminando hacia la otra habitación donde se encontraba una inmensa tiña bañada en oro, había sido un regalo de su madre cuando era niña, algo demasiado grande para un joven de ocho años. Dejó el vestido que usaba anteriormente dejándolo a un lado, observando como la tina se comenzaba a llenar de agua, sin esperar instrucciones de las contrarias, fue metiéndose al lugar dejando que su cuerpo se relajará ante el silencio que las paredes tenían y el movimiento que la sustancia líquida hacía contra su cuerpo, una de las presentes fue mojando su cabello plateado, pasando el cepillo sobre su cuero cabelludo hacia las puntas, otra fue pasando el jabón sobre las pilas capilares y luego ir dejando pequeños masajes sobre todo el lugar, el cuerpo de la princesa terminó por retirar toda preocupación que tenía en ese momento, si algo hubiera llegado a hacer en presencia del rubio, como si se hubiera equivocado, pero en ese momento no le importaba en lo absoluto, si su relación era pública o no, si su padre llegaría a rechazar esa idea o no, si una guerra se acercaba cada vez más, si su madre había sido asesinada por un traidor, cerró sus ojos dejando todo detrás, ese momento era suyo y de nadie más, no dejaría que unos estúpidos pensamientos la pusiera de malas.

Al terminar, Millicent fue levantándose con el cuidado de no caerse, tomando la toalla que una de las femeninas le entregaba para ir secando su cuerpo y próximamente su cabello, agarrando las manos de sus criadas para salir de la tina, otras tres se acercaron enseñándole las opciones de vestidos que le traían a la futura heredera al trono, observó atentamente cada uno, para luego señalar uno verde oscuro que estaba segura, cubriría todo su cuerpo hacia el final de sus rodillas, con ayuda de las jóvenes terminó de alistarse, ordenandoles una corona chica, ya que no tenía ganas de una inmensa por el momento.

𝐂𝐎𝐑𝐎𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐂𝐇𝐈𝒁𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora