fiesta en un yate (Parte 1)

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JUNIO 2002. MIAMI BEACH. OCÉANO ATÁNTICO.

Capítulo continuación de: Un sátiro con vestido de novia.

Fer tenía sueño. El hipocampo en el que viajaba, acompañada de La rue, tenía un ritmo constante  que casi no se sentía por a pesar de la rapidez de su andar y el sonido de las olas. Sus sentidos se sentían adormecidos y su cuerpo letárgico. 

Clarisse obviamente que se había negado a soltarla y ahora la abrazaba como si fuera un peluche muy blandito mientras gruñía maldiciones y algo sobre ataques cardiacos. Si Fer hubiera tenido más fuerzas, habría notado que se veían como un oso perezoso cargando a su cría. Había comido algunos mangos que Tyson tuvo la gentileza de tomar de la isla y ahora, con la barriga llena y nada que hacer, el sueño ganaba terreno.

El sol se había ido poniendo a la vez que avanzaban hacia el mundo mortal y habitado. Fer miraba la inmensidad del mar, preguntándose si realmente había terminado todo. A su izquierda, Tyson avanzaba con su Hipocampo Rainbow, mientras le contaba sin fin de cosas que la niña no podía comprender del todo. A su derecha, Annabeth viajaba envuelta en la piel del vellocino, con Grover vigilándola de cerca. Y Percy, bueno, él se había dormido y estaba babeando la crin de su hipocampo. 

Fer tenía ganas de hacer lo mismo, el azabache se veía tan relajado que soltó un bostezo.

— Deberías dormir — Clarisse gruñó gentilmente a su espalda. 

— No quiero — soltó la niña con otro bostezó.

La castaña soltó una risa corta y estrada.

—Ya me diste un susto de muerte, niña. No creas que te salvarás de que te cuide como oro por las siguiente semanas.

Fer hizo un puchero y levantó la vista para ver a su mejor amiga.

—Lo siento, Risse — murmuró arrepentida, acurrucándose en el pecho de su amiga. — No quise asustarte.

Escondida entre los brazos de la Rue, la azabache se sentía más pequeña de lo que era y a la vez a salvo.

— Ya sé que lo sientes, está bien — murmuró mientras empezaba a rascar suavemente el cuero cabelludo de la niña. Fer no pudo siquiera quejarse antes de relajarse como un gatito, hacer un sonido parecido a un ronroneo y quedarse dormida siendo arrullada por las olas y los latidos del corazón de su mejor amiga.
















—Per... Percy... es...ierta.

— Si, Prissy, le...ntate.

— Oye, tú despierta a Fer, Clarisse.

— No, déjala dormir.

— ¡Pero si ya estamos cerca de la orilla! 

—Shhhh ¡Te dije que la dejes dormir! — Clarisse hacía mucha bulla mientras trataba de callar a la gente que le decía que la levantara, por lo que Fer dejó escapar un gruñido bajo.

Inferna Heller BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora