Bendito Thiftway

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FINALES DE ABRIL 2005. FORKS, WASHINGTON.

Inferna estaba realmente aburrida, después de haberse pasado la mayor parte del mes dentro del cobertizo exterior de la casa empezaba sentirse abrumada y claustrofóbica, así que esa misma tarde fue a la cochera y eligió un auto que le gustara. Se había cambiado de ropa, bañado y peinado; ahora llevaba una camiseta de Nirvana, zapatillas y pantalones negros limpios. No tenía ni rastro de pintura. Tomó las llaves y su chaqueta de cuero. Se decidió por un audi negro y se montó en él, en la parte del piloto. iba a encenderlo cuando recordó un pequeño detalle, "tenía" catorce años.

Antes no habría habido ningún problema con eso. Normalmente ella conducía carros de carrera y Leo le había enseñado muy bien a manejar todo tipo de vehículos; pero en teoría, era ilegal que una niña de catorce años condujera.

Se bajó del auto abrumada e hizo lo primero que se le vino a la mente: una pataleta. Muy maduro ¿Verdad? Dió saltitos y patadas a la nada mientras chillaba frustrada ¿Porque "tenia" que tener catorce? Bueno, en teoría no tenía catorce, de hecho no sabía su edad pero ella asumía que debía tener esa edad por como se veía. También era lo que ella decía si le preguntaban, también mentía cuando decía que cumplía años el 31 de octubre.

Suspiro frustrada y entro a la casa dando un portazo. Gruñía y rezongaba con cada paso que daba, pues le pesaba mucho el cuerpo. Por un momento pensó en ir a dormir a la cómoda cama matrimonial que tenía arriba. Pero descartó la idea en cuanto recordó que su cuarto estaba, literalmente, inhabitable.

Pensó en cómo podría conducir sin problemas y legales y de repente lo recordó. Las identificaciones que Travis le había dado antes de irse. En ellas tenía diesiseis y medio, y Nico dieciocho. Eran perfectas. Sonrió satisfecha por su idea; se dirigió al interuptor de luz y las apagó. Cuando la habitación estuvo oscura Inferna hizo un viaje sombra hasta su cuarto. Al aterrizar piso un empaque de Doritos, una camiseta y una hoja a la vez. Arrugó la nariz en protesta.

Vaya que estaba desordenada la condenada habitación. Había bolsas de snacks y latas de Coca-Cola y cerveza vacías regadas por todos lados, el aire era pesado y olia rancio. Bolsas de ropa nueva aplastadas y rotas, su contenido estaba tirado en el piso junto con camisetas del campamento mestizo, shorts sucios, zapatillas de deporte y vaqueros pintados. ¿De verdad ella había desordenado tanto? Se dirigió al tocador, que tenía desparramado productos femeninos y partituras, y abrió uno de los cajones. Todo en esa habitación era un revoltijo. Recien al tercer intento encontro lo que buscaba dentro de una bolsa de tela azul. Hizo una mueca ladeada que podía pasar por sonrisa e hizo otro viaje sombra hacia la cocina para picar algo. Revisó los anaqueles con la esperanza de encontrar algo que le sirviera, pero no halló nada. Ni frutas, ni verduras, ni carne. Ni siquiera había Nutella. Frunció el ceño.

Del uno al diez ¿Que tanto se enojaría Nico si le robaba dinero para comprar los víveres del mes?

Suspiro e hizo otro viaje sombra a la habitación de Nico, que estaba casi tan desordenada como la suya. Abrió varios cajones hasta dar con el que tenía un sobre que ponía: "compras del mes de mayo" en griego antiguo. Lo tomó y volvió a la cocina rápidamente. No creía que podría volver a hacer otro viaje sombra sin desmayarse. Era cierto que en el último mes había llegado a hacer hasta siete por día; pero le cansaban bastante. Al llegar a la cocina abrió el cajón de emergencias y tomó un pequeño cuadrado que conocía muy bien: ambrosía. Se lo metió a la boca y masticó. Sabía a fresas y a chocolate. El sabor favorito de Inferna; pero le causaba una añoranza que la destrozaba por dentro. Ella creía que era por alguno de sus recuerdos perdidos cuando era niña; pero eso la molestaba de sobremanera ¿A caso no podía siquiera comer algo tan común como el chocolate sin sentir un vacío en en pecho? ¿Que era eso que añoraba tanto, para que la hiciera sentir así? ¿Como había sido su vida anterior? ¿Alguien la había querido? Nada más sentirse mejor alejo esos pensamientos. No eran buenos; ni para ella, ni para nadie. Además, la familia que alguna vez tuvo debió haberla buscado ¿No es así? Si se paso más de cinco meses viajando para llegar al campamento mestizo sin ninguna señal de su familia, esa debía, sin duda, ser una señal. Una señal de que no la querían. De seguro pensaban que era una rareza... Una niña mona solo para exhibir cuando querían aparentar ser la familia perfecta. Le causaba náuseas de solo pensarlo; de hecho, casi vomita la ambrosía. Se obligó a calmarse antes de salir a comprar, no sería decoroso que alguien la viera así de descolocada.

Inferna Heller BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora