Inferna Heller Black

el chico nuevo parte 2

JUNIO 2001. LONG ISLAND, NUEVA YORK.

- ¡esa litera es mía, Travis!- le recalcó Fer a su "hermano" con tono enojado - si quieres quieres ve a hacer la cucharita con Connor en otro lado ¡Pero no aquí!

y es que cuando Annabeth, Luke y Fer había vuelto del almacén se habían encontrado con los hermanos Stoll sobre la cama de Fer; y si había algo que a Fer le molestaba era que tocaran y usaran sus cosas sin pedirle permiso. Y allí estaban Travis y Connor: haciendo la cucharita. Fer empezó a hacer un escándalo para sacarlos de allí, ya que cada vez que ellos se dormían en una cama estaba terminaba inutilizable por todo el destrozo que hacían. Sip, los Stoll habían destrozos despiertos o dormidos, pero el par de duendes no cedía... bueno, Travis ya se había despertado, pero Connor seguía durmiendo tan tranquilo como siempre y babeandole la almohada a Fer.

-¡Travis!- le apremió Fer en un tono de mamá mandona.

-¡Fer!-  lloriqueó Travis haciendo un puchero - ¡no seas así!

-... mantequilla de maní- murmuró Connor entre sueños. Revolviéndose entre las sabanas y llenando son más babas la almohada. Esto no le gustó para nada a la azabache, pues tendría que buscarse otra almohada.

- Travis, saca a tu doble inmediatamente de aquí- gruñó Fer amenazándolo con la mirada y poniendo su rostro lo mas inexpresivo posible. Si había algo que a los Stoll le tenían miedo era a Fer enojada, ellos le decían que sus ojos tomaban un brillo psicópata y tenía un aura "de muerte" muy diferente a su, normalmente, traviesa manera de ser.

- ¡C-CONNOR, CÓDIGO GRIS!- chilló Travis. Ese era el código que habían inventado para ella y se refería a que estaba realmente cabreada. Lo habían nombrado así en honor a sus ojos y era un señal inequívoca de que debían huir si no querían ser golpeados. Como consecuencia de esta frase Connor se levantó de un salto y salió corriendo en dirección a la puerta. Travis le siguió rápidamente y los Stoll llegaron a escuchar a Fer amenazándoles con torturarlos en el muro de lava si no le conseguían un juego de cubrecama nuevo para esa misma noche.

Al llegar a la puerta vio a Annabeth sentada en el pórtico de la cabaña con un libro, el que hace un rato le había robado, en sus manos. Lo leía y su ceño se fruncía de concentración dándole un aire intimidatorio en plan: " estoy ocupada leyendo, no me molestes si no quieres ser asesinado y que nunca encuentren tu cuerpo". Pero, de todas formas, Fer tenía tendencias suicidas.

- Hey Annie- saludó sentándose junto a ella y mirando con atención el libro. Fer trataba de entender como es que se leía el griego antiguo, pero no le salía. Lo podía hablar pero era capaz de leerlo. Annabeth trataba de atribuírselo a sus edad y a la complejidad de las conjugaciones, pero Fer sabía que había algo más. Fer quería aprender, quería leer y escribir como todos los chicos grandes en el campamento; con las únicas chicas que pasaba el tiempo eran Annabeth y Clarisse, y ambas siempre comentaban cosas interesantes como: "la vez pasada leí que la presa Hoover almacena un promedio de treinta y cinco mil kilómetros cúbicos de agua" o "en esa revista de armas de la vez pasada decía que para mantener una ametralladora a punto debes desmontar y limpiar la guía un vez la mes". Y Fer quería ser como ellas: quería leer griego; pero no le salía.

Annabeth levantó la vista para encontrarse con Fer, que tenía una mirada que ella conocía muy bien, un brillo de tristeza y vergüenza en sus ojos: la mirada de una chica decepcionada de si misma.

-¡Hey!¿Que pasa, Fer?- le preguntó Annabeth. Fer negó con la cabeza; no le iba a contar sus problemas a Annabeth, no quería que cambiara la imagen que tenía de ella.

-Nada- susurró- léeme ese libro Annie, me gusta escucharte cuando estudias.- le dio una sonrisa de medio lado y Annabeth asintió. A Annabeth le gustaba que Fer fueran diferente al estereotipo de hijo de Hermes.