La niña fantasma

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MARATÓN 2/3

JULIO 2001. LONG ISLAND, NUEVA YORK.

Para Fer volver al campamento fue fácil. Lo difícil fue explicarle a Quirón que ahora, probablemente, era conocida en todo el país como la ayudante de Percy Jackson: el chico problema.

En cierto punto era divertido. La prensa la había apodado "niña fantasma" por la velocidad con la que desapareció de la policía unido con su misteriosa desaparición del puente para llegar abajo sin ser vista por nadie.

En el televisor de la casa grande había visto las noticias y reportajes sobre ella. Las cámaras la captaron entrando al puente e hicieron un seguimiento de su camino y recorrido hasta un callejón en el que apareció cuando llegó a Misuri. Luego la seguían hasta el callejón donde se desapareció para llegar al bosque. Eso unido a sus ropas oscuras le valieron el reconocido apodo.

No había nada sobre ella. Solo las grabaciones de la cámara de seguridad y los camarógrafos cuando incapacitó a un oficial de la policía. Allá afuera era un alboroto... y se podía poner peor. El único nombre que era mencionado más que el de la "niña fantasma" era el de Percy Jackson. Fer sentía que, si bien ella era buscada, no tenían su nombre. Aquella parte vital de su identidad no estaba expuesta y arrastraría problemas a futuro - claro, pensando en que tuviera uno y los dioses no destruyeran todo antes de que termine el verano - que no le permitirían hacer algunas cosas.

Fer había oído de Clarisse que los antecedentes de niños se quedaban en tu historial al ser adulto. Ella no esperaba vivir tanto como para ser una adulta, pero realmente le causaba curiosidad ver el expediente de Percy. Se notaba en su rostro que traía más problemas que las profecias olímpicas.

No quiso volver a la cabaña de Hermes cuando volvió. La primera noche la pasó en la enfermería, lidiando con el pitido en su cabeza que conllevaba no tener al señor D en el campamento. Los monstruos siempre rondaban el campamento, pero algo iba mal con las fuerzas del más allá si podía sentirlo desde la comodidad de la camilla de la enfermería, con Victoria cuidándola y dándole paletas. El dia siguiente se escondió en la casa grande frente al televisor, acurrucada en el sofá hasta que se hizo de noche y volvió a la enfermería.

Pero ella sabía que no podía hacer eso para siempre. Al segundo dia fue a desayunar en la mesa de Hermes, llegando justo cuando todos se habían sentado ya.

-¡Fer! - gritó Travis al verla. De un salto la tenía entre sus brazos. Ella se quejó. Su cuerpo aún estaba resentido por la caída al rio.

- Hola Stoll - murmuró devolviéndole el abrazo- espero que no hayan destrudio nada en mi ausencia.

- Connor no me dejó, pulga - Fer rió y se dejó llevar por Travis hacia un lugar vacio entre él y su hermano y frente a Luke.

La niña lo miró sin ganas y lo saludó en un murmullo. Los gemelos la miraron alarmados. Lo normal sería que se lanzara a abrazar a su monitor de cabaña. Aunque había dormido toda la noche, sus ojos pesaban como si fueran de plomo. Recostó su cabeza en el hombro de Travis con un suspiro pesado.

-¿me pueden pedir algo ustedes, chicos? Estoy muerta de cansancio.

Los gemelos asintieron e hicieron que frente a ella apareciera un par de hamburguesas junto al típico desayuno americano. La niña volvió a suspirar, le hubiera encantado comerselo todo, pero sabía que si lo hacía lo más probable era que vomitara.

Dio pasos torpes con su plato en mano hacia la hoguera. Dio la hamburguesa más grande y apetitosa a las llamas, al igual que los tocinos más crocantes. Después de hacerlo notó que todas las miradas del pabellón estaban sobre ella, espectantes. Como si la juzgaran.

Inferna Heller BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora