una misión suicida

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JULIO 2001. LONG ISLAND, NUEVA YORK.

Fer vio como se llevaban a Percy de la cabaña Hermes para darle una propia.... realmente le parecía triste que el muchacho se fuera porque le había agarrado cariño y no era del todo desagradable. Annabeth estaba de un humor horrible desde el día siguiente de lo del perro del infierno, cada que Fer la veía y se le acercaba la oía murmurar cosas tipo: "un hijo de Poseidón ¡lo que faltaba!", "tengo que armar un plan pero ya" y su favorita "en serio quiero matar a ese idiota sesos de alga".

Fer veía con algo de pena a Percy. A ella también la habían apartado después de su misión con Psique así que le daba algunas clases en el rocódromo interdiarias, complementando las clases de espada. Parecía que le tenían miedo al chico y se le notaba muy melancólico en el rocódromo, aunque desde que había llegado al campamento parecía querer hecharse a llorar descontroladamente.

Solo una semana después de aquel día fatídico para Percy, ella y Luke fueron llamados muy temprano a la salida del campamento, junto al árbol de Thalia. ¿Porqué? Percy tenía que ir de misión para encontrar el rayo de Zeus y salvar el mundo. ¿Algo loco? Tal vez, pero a Fer le preocupaba más Grover. Se relajó un poco cuando supo que los acompañaba Annabeth... su amiga Annabeth.

Fer se tomó la libertad de abrazar con fuerza a la rubia mientras le pedía que se cuidara mucho y que no dejara que muera nadie y los más importante: que no se muera ella. Cuando alguien salía de misión habían pocas probabilidades de que volviera; si era un equipo normalmente solo volvía uno. Fer dentro suyo quería ser la que acompañara a Percy y Annabeth, se quería asegurar de morir y dejar morir a Percy para que la profecía del hijo de los tres grandes no se cumpliera. No era para malinterpretarse, pero esa profecía era muy grande para que la enfrentaran unos niños que tenían demasiadas probabilidades de morir antes de los dieciséis. Fer no quería que nadie muriera por una profecía que se podía aplazar y esa era la opción que su cerebro consideraba mejor: que mueran unos pocos en vez de que mueran muchos.

Ella y Luke regresaron al campamento después de despedirse de los chicos. Caminaban codo a codo dando pasos ligeros.

— ¿porque Quirón te llamó para despedirte de ellos?—le preguntó Luke a Fer cuando llegaron a la parte baja de la colina. Fer se encogió los hombros.

—imagino que porqué yo también lo he entrenado y soy amiga de Annabeth y Grover.

— Ya ¿y porque decidiste entrenarlo?—era una pregunta que la misma Fer se había hecho desde que lo conoció.

— siendo sincera. Ni idea. Solo pasó.

Luke la miró como si le hubiera salido un tercer ojo.

— ¿solo pasó?— la cuestionó con el ceño fruncido— tú nunca entrenas con nadie, ni siquiera con Quirón ¿que viste en él cuando llegó a la cabaña para que decidieras entrenarlo?

Fer esta vez fue la que frunció el ceño.

— Me dio pena. Es como un niño perdido —. Fer suspiró y se rascó la nuca, ese gesto se lo había pegado Percy en los pocos días que llevaban entrenando juntos. Explicar lo que pasaba por su cabeza casi siempre era un problema pero trató de darse a entender — La mayoría de los campistas tiene aunque sea una persona que les recuerda a su vida pasada fuera de aquí. Tienen padres, madres, hermanos o un tío tercero que los recibe para navidad de mala gana. Los campistas que deciden hacer como que no tiene a nadie a veces se detienen a pensar en ellos y en que será de sus vidas... El punto es que cuando tienes a alguien que te quiere allá afuera que te quiere te da fuerzas para adaptarte el saber que estarán seguros. Percy siente que no tiene nada por que luchar, el día que me tocó darle el recorrido junto a Annabeth se veía con ganas de meterse al bosque para esperar su final. Decidí hacer una buena acción y llevarlo a despejarse. No sabía si le serviría porque entrenar es algo que yo se hacer.

Inferna Heller BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora