Noviembre 2014, Nueva York, Clary.
Quince minutos después llegamos a la casa de Charlotte, Lily y yo estábamos congeladas y no habíamos agarrado los abrigos antes de salir. Toqué timbre con mi dedo tembloroso y esperé a que alguien abriera la gran puerta de la enorme mansión.
—¿Quién vive aquí? –preguntó Lily.
—Una estúpida –respondí antes de que una mujer de mediana edad, con rasgos muy parecidos a lo de Charlotte abriera la puerta. Era su madre–. Hola, señora Dickens.
—Clary, que sorpresa –sonrió la mujer–. Hace mucho no te veía por aquí.
Supongo que su hija no le habrá contado nada.
—Ella es Lily –señalé a mi amiga para cambiar de tema– ¿Está Charlotte? Tiene que entregarme un libro de biología.
La mamá de Charlotte me miró, miró hacia atrás y volvió a nosotras. Vestía un saco largo y abrigado.
—Si, pasen –se hizo a un lado y entramos. Dentro estaba la calefacción enfendida, lo que fue un hermoso golpe de calor en nuestros cuerpos–. Está en su habitación, yo tengo que irme. Espero verte pronto, Clary.
Pobre mujer, su hija no había salido tan linda y amable como ella.
La señora Dickens salió y con Lily nos miramos entre sí.
—¿Y ahora?
—Ahora acompáñame arriba, necesito que seas testigo de lo que llegue a pasar.
—¿Salpicará sangre? –sonrió.
Me reí y comenzamos a subir.
—Tal vez.
🦋
Golpeé una vez y no necesité golpear otra vez para que me abriera la puerta.
—¿Qué haces en mi casa?
—Vine a hablar contigo, ¿puedo pasar? –pregunté, al ver que no me respondía, perdí mi paciencia y empujé la puerta para entrar junto a Lily.
—Vete de aquí.
—No puedes echar así sin más a unas invitadas. Yo nunca he hecho tal cosa contigo, Charly.
Charlotte me miraba con recelo. Sonreí y me senté en su cama con Lily a mi lado.
—¿Qué quieren?
—¡Tranquila, fiera! –me reí– ¿Te sientes intimidada ahora que estás sola?
—No me intimidas.
—Mejor –sonreí y tomé una de sus libretas que estaban sobre la cama–. Necesito que me expliques sobre la tal grabación que les mandaste a mis amigos.
—Oh, así que a eso vienes –sonrió, cruzándose de brazos–. Ya te enteraste.
—¿Asi que fuiste tú, verdad? –reproché– Charlotte, realmente no sé por qué sigues molestandome por algo que creimos que ya habíamos superado.
—Tal vez aún no lo supere.
—Porque eres una perra dolida.
Lily que había estado observando la situación, contuvo una risa y miró hacia otro lado.
—¿Qué importa lo que haya hecho con la grabación? –respondió Charlotte, ignorando a ambas– De todos modos, tus amigos no te creyeron. Es porque no confiaban en ti lo suficiente como para saber de que eres capaz.
ESTÁS LEYENDO
Secretos en lo profundo
Fanfiction《hay veces que es necesario dar un salto a la oscuridad》