Septiembre de 2014, Nueva York, Clary.
Eran días como los otros, en donde la pequeña pelirroja repetía una y otra vez la misma rutina desde la mayor parte de su vida; levantarse, ir a su escuela, volver y estudiar el resto del día. Así vive su vida, intentando ser la niña perfecta que sus padres tanto desean, pero Clarissa lo único que quiere es decidir su propio camino sin que sus padres, se interpongan en él. Ella quiere la libertad que su familia no le brinda, salir a pasear, ir a una escuela en donde no hayan personas hipócritas y poder hacer amistades verdaderas.
Por más que Clary sea de clase alta, no es la típica adolescente que se cree Regina George, sino que es todo lo contrario aunque a veces tiene sus ataques de rebeldía cuando la hacen enfadar.Clarissa acababa de llegar de la escuela, su madre la esperaba en la sala con un libro entre sus manos. A medida que fue creciendo, se fue pareciendo aún más a ella. Cualquiera que no las conociera pensarían que son hermanas.
—Has llegado tarde, Clary.
Odiaba la idea de que no pudiera tardarse más de cinco minutos en llegar a su casa porque ya se encuentra alguien para regañarla.
«¿Acaso será así por el resto de la vida?». Se preguntó Clary.
—Lo lamento, tenía que buscar un libro en la biblioteca.
—La próxima puedes avisar. Ve a tu habitación.
Clary mientras caminaba hacia su único lugar en donde podría estar tranquila se puso a pensar en qué momento de la vida su madre se ha vuelto una persona muy autoritaria. Recuerda que cuando tenía tan sólo diez años, su madre siempre la llevaba al parque y ambas jugaban a las escondidas. Eran muy felices.
Pasaron unas tres horas desde entonces, la pequeña pelirroja se encontraba aún en su habitación con sus libros. Se escuchó un golpe detrás de la puerta y luego una mujer de unos 60 años entró cuidadosamente.
—Permiso, niña Clary, su madre me mandó a decirle que esta noche irán a una cena con una familia amiga de ustedes, necesita que se prepare con algo discreto.
—Buenas tardes Señora Cuthbert. ¿Tienes idea de quiénes son? —preguntó dejando su libro sobre la cama.
—La familia del Señor Herondale.
Dicho eso Clary recordó a aquel niño rubio de ojos raramente dorados jugar con un autito en la oficina de su padre. Si de niño era hermoso se preguntaba como estaría ahora de grande.
Su padre y el Señor Herondale son dueños de una concesionaria muy reconocida en Nueva York.
La última vez que ambas familias cenaron juntas fue hace unos diez años, cuando aún Clary y Jace eran unos niños.
Clary decidió ponerse un jumpsuit de tul negro que le llegaba hasta los muslos y sus tacones del mismo color.
Se recogió el cabello en una cola de caballo y bajó en busca de sus padres.—Mamá, ¿el hijo de Celine y Stephen va a una escuela pública, no es así? —preguntó curiosa mientras caminaba a hacia ella.
—¿Hablas de Jace?
«¿Acaso qué otros hijos tienen?»
—Sí, ese. No recordaba bien su nombre.
—Va a una escuela pública y dicen que es muy buena para serlo —comentó su madre quien estaba arreglando su cabello en el espejo de la sala.
Clary estaba aún más pensativa, algo tenía en mente, pero no estaba del todo segura en sí debería decirlo.
La voz de su padre se escuchó detrás de ella, haciendo que suelte un pequeño grito.
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Secretos en lo profundo
Fanfiction《hay veces que es necesario dar un salto a la oscuridad》