Septiembre 2014, Nueva York, Clary
Había dormido muy mal, bastante diría cualquiera que la viera despertar. Sus mechones rojos estaban por todo su pecoso rostro, su top estaba torcido y bajo sus ojos había bolsas. Y para el colmo, se despertó con los gritos de sus padres quienes estaban teniendo otra de sus miserables discusiones.
Clary de mala gana tomó el uniforme del colegio la cual era una falda verde con cuadros, su camiseta blanca y lamentablemente medias blancas que llegaban hasta debajo de sus rodillas. Se vistió y se dirigió al baño para hacer sus necesidades, y claro, peinarse.
Terminó de prepararse y bajó a su gran comedor en donde su desayuno la esperaba sobre la mesa, en la sala de al lado se encontraba el living de la familia. Los gritos se escuchaban más fuertes desde abajo, sus padres estaban en la oficina al final del pasillo. Clary se sentó en la silla y comenzó a picar algunas cosas del desayuno. Pensaba en las cosas aburridas que tendría que hacer en la tarde y eso le generaba frustración. Tal vez, podría llegar un poquito tarde a su casa luego de la escuela. Tal vez sus padres no lo notarían.Terminó por fin su comida, esperó unos minutos y luego se dirigió a su escuela junto con su mochila verde esmeralda. En el camino recordó a aquel chico rubio que la había molestado todo el jodido día de ayer, recordó su encantador perfume corporal, una mezcla de jabón y fragancia masculina. Clary minutos después de estar pensando en Jace finalmente llegó a su destino, el infierno.
Pasaron unas dos horas de estar encerrada allí y antes de que su jornada escolar terminase, ella caminó a la entrada principal y una voz familiar la detuvo.
—Hey, ¿a dónde diablos vas?
«Rayos.»
—Simon, ¿cómo estás? —giró su cuerpo a su dirección.
—Bien. ¿Te ibas a escapar? —sonrió con malicia.
—No digas nada, por favor. Necesito aire —suplicó.
Simon suspiró y volvió a mirarla.
—Está bien, pero me avisas a cada rato que te encuentras bien.
—Gracias, gracias, gracias —sonrió y salió de la escuela.
Simon quedó contemplándola con una expresión preocupante.
Clary caminó por las calles de Nueva York mientras el viento fresco golpeaba su rostro, se estremeció por el hecho de que sus piernas estaban descubiertas y el frío las acariciaba. Se abrazó a sí misma para ocultarse del viento violento ya que había olvidado su campera y continuó caminando.
Clary llegó a un parque un poco alejado de su escuela y se sentó en un banco a recuperar el aire después de haber caminado muchas calles.—¿Qué haces aquí?
Al escuchar esa voz, Clary soltó un grito y pegó un pequeño saltito. Realmente no esperaba escucharlo, así que quedó sorprendida.
—¡Luke, me asustaste! —sonrió y giró a verlo—. ¿Qué haces aquí?
—Vengo de hacer unos trámites y te vi a lo lejos —sonrió y se sentó a su lado—. Estás muy grande, has crecido mucho.
—Gracias, tío. ¿Por qué ya no vas a casa a visitarnos?
Preguntó y Clary notó que Luke comenzaba a ponerse tenso.
—Porque estoy con muchas cosas ahora —acarició su cabello rojo—. ¿Te volviste a escapar, pequeña?
—Humm no... —dijo sin mirarlo, suspiró y agachó la mirada—. Bien, si, pero es porque no quería volver a casa.
—¿Por qué no?
—Es que, estuve peleando últimamente con mi padre y hoy ellos discutieron otra vez.
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Secretos en lo profundo
Fanfiction《hay veces que es necesario dar un salto a la oscuridad》