Capítulo 5

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Septiembre 2014, Nueva York, Jace.

Durante el viaje en moto no se ha dicho ni una sola palabra, las gotas de la tormentosa lluvia caían por los rostros de ambos chicos fuertemente. Clary y Jace estaban completamente mojados. Los delgados brazos de la pelirroja estaban alrededor de la cintura del rubio sujetándose fuerte ya que el joven iba a toda velocidad a la casa de los Morgenstern, los ojos dorados de Jace estaban fijados al camino el cual manejaba mientras que, por otro lado, Clary con los ojos entrecerrados observaba un poco las casas o locales por los que pasaban.

—Tendré que detenerme aquí hasta que la lluvia pare un poco —comentó Jace por primera vez desde que salieron de la casa de los Lightwood y frenó su moto—. ¿Tienes frío?

Clary sonrió levemente y negó con la cabeza mientras bajaba.
Jace rió y se quitó su chaqueta para ponérsele sobre los hombros a la chica.

—Deberíamos ir debajo de algún techo para no seguir mojándonos —dijo observando algún lugar ninguno—. Allí -señalo y tomó la mano de la pelirroja.

Ambos caminaron a pasos rápidos al lugar donde había señalado Jace, era la entrada de un aparcamiento.

—Tu padre me matará.

—¿Por qué? —preguntó la chica.

—Te devolví a casa empapada.

—¿Acaso es tu culpa que el día este lluvioso hoy?

Jace soltó una carcajada y acarició la mejilla de su amiga.

—¿Quieres ir a comer conmigo algún día?

—¿Contigo? ¿A dónde? —sonrió Clary.

—Humm... No lo sé, algún lugar de comidas rápidas si quieres —imitó la sonrisa.

—Sí, me gustaría —acomodó su mano sobre la de él que aún estaba en su mejilla.

—Bien, luego hablaremos sobre el día y la hora —besó su mejilla y miró hacia el oscuro cielo—. Ya no llueve tanto, ¿vamos?

—Si —respondió y tomó su mano para ir hacia la moto de Jace.

Clary y Jace ya habían llegado a la casa de la pelirroja. La chica bajó de la motocicleta y se puso en frente del chico rubio con una sonrisa. Se quitó la chaqueta negra para devolvérsela.

—Gracias por traerme a casa, ¿quieres entrar a secarte? Estás muy empapado, te podrías enfermar.

—Estoy bien, gracias de todas maneras —dijo poniéndose su chaqueta—. Ahora entra y ve a darte un baño de agua caliente.

—Bien.

Clary sonrió y se acercó a darle un beso en la mejilla, pero Jace tenía pensado hacer lo mismo. Lo cual hizo que ambos rosen sus suaves labios tibios, Jace sintió una pequeña corriente recorrer desde sus labios hasta sus pies. Rápidamente Clary sonrojada se alejó del muchacho dando pequeños tropiezos hasta la puerta de su casa, Jace por otro lado, quedó totalmente congelado por ese suave roce entre sus labios. Volvió la vista a la pelirroja quien lo saludó con la mano y entró en seguida a su casa.

Jace quedó bajo la lluvia cuestionándose algunas cosas sobre Clarissa por unos minutos más y volvió a su casa.

Jace entró a trotes a su habitación mientras de fondo escuchaba a su madre llamarlo preguntando si estaba bien. El chico sólo la ignoró por el hecho de que, primero, estaba completamente mojado y temblaba del frío, y segundo, aún estaba en un tipo de conmoción por haber estado tan cerca de probar los labios de aquella pelirroja que cada vez que estaba con ella se perdía en lo profundo de sus verdes ojos.

Secretos en lo profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora