Capítulo 4

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Septiembre 2014, Nueva York, Clary.

Una semana había pasado de aquella salida, una semana que Clary e Isabelle interactuaban todos los días sin parar. Esa noche Isabelle iría a la casa de su nueva amiga a quedarse a dormir, al día siguiente ambas faltarían a clases y para llegar a eso, Clary le tuvo que rogar mucho a sus padres, pero finalmente accedieron a esa petición.
Luego de una tarde agotadora, llegó a su casa y se cambió el uniforme por algo más cómodo. Fue a la cocina a pedirle por favor a la señora Cuthbert que cocine unas galletas para la noche y se volvió a encerrar en su habitación. No preparó un colchón para su amiga ya que en su cama entraban dos personas. Agarró su ordenador portátil y se tiró a la cama a terminar su proyecto de ciencias.
Después de una hora y media el timbre sonó y Clary bajó corriendo las escaleras para abrirle la puerta a Isabelle.

—¡Hola, zanahoria!

—¡Hola, Lightwood! —sonrió Clary y se hizo a un lado para que pudiera entrar—. Ven, vamos.

Ambas adolescentes subían las escaleras a saltos mientras reían. Al entrar a la habitación Isabelle quedó sorprendida por lo bonita que era, tres paredes de un verde esmeralda y una gris claro, muebles blancos y una cantidad de cuadros hechos por Clary en las cuatro paredes. Dejó su bolso en el piso y se dirigió a la cama de cojines verdes y finas líneas rosas pálido.

—Que bonita habitación —dijo sonriendo.

—Gracias —imitó su sonrisa—. ¿Qué quieres hacer?

—Mmm...¿Y si vemos una película de terror? —preguntó con picardía.

—Me dan mucho miedo esas películas.

—Oh, vamos, Clary, no seas cobarde —rió y tomó de las muñecas de su amiga para tirarla sobre la cama.

Clary reía a carcajadas y se acostó a su lado para después tomar el ordenador y buscar alguna película.
Isabelle se iba quitando sus zapatos mientras caminaba a apagar las luces y volvió corriendo a la cama. En el transcurso de la película la señora Cuthbert les había llevado las galletas y en cuanto golpeó la puerta las dos chicas soltaron gritos de terror.
Habían terminado de ver la película y ambas estaban tan asustadas que tuvieron que jugar a piedra, papel o tijera para que una vaya a prender las luces. Minutos después de estar hablando para dejar atrás su miedo, Isabelle le empieza a hacer preguntas a Clary sobre Jace.

—Jace me ha contado que cuando se conocieron tú no parabas de hablar. ¿Por qué han dejado de hablar?

—Sí, era muy extrovertida antes —rió—. No sé por qué nos alejamos, nuestros padres dicen que es porque comenzamos a estudiar en distintos colegios, pero para mí hay algo más.

—¿No recuerdas? —preguntó Isabelle.

—No recuerdo mucho sobre mi infancia, sólo a Jace y a veces tengo recuerdos de una niña rubia, pero no recuerdo su cara.

—¿Una niña rubia? ¿Alguna amiguita?

—No, sólo era amiga de Jace en ese tiempo. Aún que, creo que la niña era más grande que yo como de unos... ¿diez, doce años? —dijo pensativa—. En fin, no sé por qué me alejé de Jace, pero agradezco habérmelo cruzado de nuevo. Es buen amigo.

—Sí, lo es —sonrió y se quedó en silencio ¿recordando? — ¿Hacemos vídeo llamada con él? Está en mi casa con Alec.

—A tu hermano no le caigo bien.

—A mi hermano nadie le cae bien, sólo basta con que te conozca más.

—No creo, no después de lo que pasó en la heladería con Charlotte —suspiró.

Secretos en lo profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora