PDV de Zachary.
La noche estaba callada, silenciosa. Fría y oscura. Este era mi hogar por las noches. Nadie conocía este lado de mí, nadie conocía cuando estaba enojado, listo para actuar, para matar…
Todos piensan que yo soy uno de esos niños buenos, populares, que tiene a toda la escuela en la palma de su mano.
Se equivocaban.
Saqué las llaves de mi Camaro del bolsillo izquierdo de mi pantalón y entré en él. Abrí la guantera que se encontraba en el lado del copiloto y cogí mi arma de 22 mm. Para guardarla en la cinturilla de mis pantalones. También cogí una bolsa de color negro y la guardé dentro de mi chaqueta de cuero oscuro. Encendí el coche, aguantando la respiración como lo hacía cada noche mientras me aseguraba de que nadie se despertaba por el rugido del motor. Para mi suerte, nadie lo hizo.
Los caminos de tierra y piedras hacían que el auto se llenara de polvo y se ensuciara, aun que no me importaba demasiado. Lo único que tenía en mente era ir donde los chicos y yo a nuestro punto de encuentro de siempre; era una bodega abandonada, maltratada y desvencijada en uno de los muchos callejones de la calle 714 de Camp Street. Debíamos reunirnos para así terminar de entregar algunos de los pedidos y terminar un ‘’pequeño’’ trabajo que teníamos pendiente de la semana pasada.
Sonreí para mis adentros. Vería la cara de ese bastardo traidor cuando le apuntara con el cañón de mi pistola en la sien para acabar con su patética vida. Por un momento, recordé el miedo que veía en los ojos de Claire cada vez que me acercaba a ella; un miedo profundo, terror, desesperación y angustia. Eran muchas las emociones que me provocaba, sobre todo la necesidad de protegerla de lo que le estuviera haciendo daño.
Cuando vi su moretón en su pómulo en la clase del señor Adams me extrañé demasiado. ¿Qué le habrá sucedido?, me pregunté aquel instante. Esta tarde, cuando me la encontré sentada bajo ese árbol, no logré ver si aún lo tenía, por lo que era más que seguro que había intentado ocultarse las marcas. También fue extraño habérmela encontrado sola, casi congelada, bajo ese árbol en medio de una gran ventisca y cuando me contó lo sucedido, no le creí. ¿Haberse perdido? Era ridículo, sobre todo cuando habían dos caminos marcados: uno que iba a mi casa, y el otro… bueno, no estaba seguro.
Negué para mi mismo. Encendí la radio en cuanto salí de los caminos de tierra y pasé a los de cemento. En la radio que tenía puesta estaban dando ‘’Demons’’ de Imagine Dragons.
Claro, era cómo me sentía en aquel momento.
(…)
Llegué a la 714 Camp Street y luego de estacionar y apagar el motor de mi polvoriento auto, bajé con al bolsa de plástico negro y caminé hasta adentrarme en la oscuridad del callejón. Al llegar a una puerta verde, giré el pomo y entré. Respiré el aire con olor a cigarro, marihuana y alcohol que ya era conocido y me decía que ya estaban todos aquí.
Me adentré más a la construcción que usábamos como base. El lugar estaba abandonado y nadie sospechaba que nuestro paradero era este lugar. Entré a la sala y vi sentados en el único sofá gastado que había allí a los hermanos Marcus y a Jason Lodge, uno al lado del otro mientras ambos fumaban que se yo que cosa. Ambos tenían 17 años, eran los menores aquí con esa edad. Marcus y Jason tenían el cabello negro hasta la altura de los ojos, liso. Jason de ojos verdes y Marcus de ojos mieles. Los hermanos medían 1,80, los que le daba una apariencia mucho más mayor.
A su lado, estaba Michael Busher, el líder y el mayor de nuestra banda llamada ‘’The Black Wing’’ (La Ala Negra). Tenía 20 años y medía casi los dos metros; 1,97 para ser exactos. Cabello rubio, tez blanca y ojos azules, atraía a chicas por montones.
Y parados a los lados del umbral de la puerta que llevaba a una habitación, estaban Jared Lauper y Kyle Wells. Jared tenía cabello castaño y ojos del mismo color. Un rostro cuadrado y gran nariz, pero aún así las chicas lo encontraban atractivo. Era un poco más bajo que yo, al igual que Kyle. Jared tenía 19 y era mexicano, pero se escapó de la policía allí y llegó aquí, donde lo integramos a nuestra pandilla, mientras que Kyle tenía actualmente 18, al igual que yo. Él tenía el cabello de un fuerte rojo y usaba aros en los labios, nariz y orejas. Su tez era tigreña y un poco aceitunada en algunas zonas de los brazos y piernas.
Lancé la bolsa sobre la mesa de centro que se encontraba allí y esperé allí, de pie alguna reacción antes de hablar.
—¿Qué debemos hacer primero, mhm? ¿Matar al bastardo de Alan y entregar el pedido, o entregar el pedido y matar al bastardo de Alan? —pregunté, mientras sacaba un cigarrillo del bolsillo de mi chaqueta y lo encendía. Inhalé una gran calada antes de expulsar el humo por mi boca.
—Primero… —habló Michael, mientras se levantaba y tomaba la bolsa para ver su contenido: Drogas —…Nos dividiremos. Tres irán conmigo a matar a Alan y tres irán a entregarle esto a Davis—nos miró a todos mientras suspiraba para volver a hablar— Zachary y Jason vendrán conmigo. Los demás, tomen la camioneta y vayan a darle las drogas a Davis.
Dándoles una mirada dura para que no la cagaran, Michael me miró a mí y me entregó otra arma de repuesto por si sucedía algo mientras nos enfrentábamos a Alan.
Alan estaba metido en un gran problema. Luego de una investigación profunda que le pedimos a Marcus, quien era el que nos ayudaba con las cámaras de seguridad o algo que tenga que ver con la computación, descubrimos que en realidad su nombre era Charles, y para no levantar sospechas lo llamamos así cuando estamos todos reunidos. Nos había comprado diez kilos de droga para enviarla a través de un camión al extranjero, en donde su comprador esperaba. Cuando fuimos a buscar los dos mil dólares que nos debía por ello, nos dijo que no los tenía y que supuestamente hoy los conseguiría. Charles era un pequeño mal nacido bueno para nada. Varias veces otras pandillas como la nuestra, aunque de menores integrantes, nos habían dicho que habían hecho tratos con él, pero este tío no les había entregado el dinero y se había ocultado de su visión. Si no tenía los dos mil dólares esta noche, su jodida vida terminaría en un abrir y cerrar de ojos.
Michael comenzó a caminar a la salida, obligándonos a seguirlo por la espalda mientras los otros tres se quedaban allí para organizarse con Davis. Le lancé las llaves de mi Camaro a Michael, quien las atrapó en el aire. Se sentó en el haciendo del piloto y yo en el del copiloto, mientras que Jason se sentó detrás.
—¿Están listos, chicos? —él sonrió, extrañamente feliz de ir con Michael y yo.
—Nacimos listos. —Michael murmuró.
Encendió el auto y arrancamos hacia el lugar en el que Alan y nosotros habíamos quedado de juntarnos, a un campo algo alejado de la población.
Así nadie sabría con seguridad lo que le sucedería a Alan en un par de horas.
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Sálvame ©
Teen FictionClaire Deveraux sólo desea escapar del mundo en el que vive: de la escuela en donde es víctima de crueles burlas y de su casa, que es cuando Seth, su padre, descarga su rabia y frustración en ella. No tiene el valor para irse, por lo que cada día in...