Sobre mi cama había paquetes muy bien sellados con números escritos en ellos. Eran los pedidos que debíamos entregar esta semana; droga pura que varios comerciantes nos habían encargado para luego ellos vender de a poco. Acababa de llamar a Michael para avisarle que todos los paquetes estaban listos, y que ahora él debía contactarse con nuestros compradores para fijar un punto de encuentro. Varios miles de dólares estaban sobre mi cama, pero eso no provocaba efecto alguno en mí.
Había ahorrado la mayor parte de mi vida, por lo que pronto les diría a mis padres que no se preocuparan de mis gastos universitarios y que sólo se dedicaran a Melissa. Quería lo mejor para ella, y al tener más ingresos no tendría mayor dificultad cuando estuviera lista para estudiar una carrera.
—¿Zachary?
La voz de Claire me trajo a la realidad. Guardé los paquetes en una mochila y la dejé bajo mi cama antes de ir a abrir la puerta. Claire me daba la espalda y tenía el cabello enmarañado, algo no muy habitual en ella y lo que me hizo dar cuenta de que algo no iba bien. Ella se dio vuelta, y me sorprendí al verla; tenía los ojos hinchados y rojos. Sus jeans tenían manchas que daban evidencia a que habían sido mojados con algo. Temblaba y tenía los ojos oscuros, las pupilas dilatas y los labios resecos. Estaba pálida y tenía la mirada perdida. Ella se fijo en mí y suspiró entrecortadamente, mientras bajaba su cabeza y escondía su mirada.
—¿Qué te sucedió? —exigí saber mientras agarraba con cariño uno de sus brazos y la llevaba hasta dentro de mi habitación. Cerré la puerta tras ella.
—Y-yo... —joder. Estaba aterrada. Solo tartamudeaba así cuando lo estaba.
Me acerqué a ella y la abracé con fuera, queriendo aliviar su tristeza. Acaricié su cabello mientras ella se hacía trizas sobre mí, derramando un mar de lágrimas sobre mi camiseta.
—Shh... ¿Quieres explicarme? ¿Qué ha sucedido?
Ella respondió alejándose y secando sus lágrimas. Sacó unos papeles de los bolsillos de su chaleco y me los tendió. Los tomé sin vacilar y abrí el sobre que parecía ser el papel más grande entre los que tenía en mi mano. Al leer el título, me quedé anonadado. Sentí a Claire moverse para ir a sentarse a mi cama. Dejé de leer la carta en cuanto llegué a los nombres de sus padres biológicos para poder mirarla. Tenía escondida la cabeza en una almohada y lloraba, lo que me rompió el corazón. Dejé las cartas y notas sobre mi mesita de noche y me acosté junto a ella, estrechándola en mis brazos obligándola a terminar tumbada junto a mi.
Mantenía los ojos cerrados, intentando así poder detener las lágrimas que continuaban saliendo.
—¿V-viste... que tengo un hermano? —preguntó.
¿Hermano? Besé la cabeza de Claire con suavidad para volver a tomar el papel que contenía la información más importante ahora. Observé los nombres con atención, guardando las palabras en mi cabeza.
Sus padres biológicos se llamaban Patrick y Christina Wells. Nacionalidad mexicana. Tenía un hermano, Kyle Wells...
—¿Kyle Wells? —susurré. No, era imposible. Michael me había contado que la hermana de Kyle había muerto en una explosión en México junto con su madre. Volví a revisar la información de Christina Wells; ''fallecida''. Eso quería decir que había muerto antes de que entregaran a Claire en adopción.
—Tuve una... Perdida de memoria... Los certificados médicos explicaban que había recibido un golpe muy fuerte en la nuca que me hizo perder cinco años de mi vida. En ese entonces tenía quince años. Pensé un poco... Mi, um... papá, me decía que mi madre había muerto cuando yo tenía diez. Creo que me adoptaron a los quince, y también creo que mi madre adoptiva había muerto antes de que me entregaran a mi papá adoptivo. No sé si me entiendes... No sé explicarme... yo-
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Sálvame ©
Teen FictionClaire Deveraux sólo desea escapar del mundo en el que vive: de la escuela en donde es víctima de crueles burlas y de su casa, que es cuando Seth, su padre, descarga su rabia y frustración en ella. No tiene el valor para irse, por lo que cada día in...