Estuve así unos minutos con ella, consolándola, acariciándole la espalda con relajantes círculos hasta que sus sollozos desaparecieron. No se apartó, si no que se mantuvo apoyada en mis brazos hasta que noté que se había quedado dormida. Acaricié su suave cabello antes de acostarla junto a mí en la cama.
El tiempo entre nosotros se detuvo mientras admiraba la belleza inocente que emanaba su rostro. Sus largas y oscuras pestañas que enmarcaban unos ojos color miel y verde que escondían días de sufrimiento y soledad. Sus mejillas, ahora más rellenas y coloradas, parecían suaves a simple vista, e inconscientemente acerqué mis dedos hacia ella para acariciarla y me deleité por su calidez. Quité el cabello de su rostro, acomodándolo detrás de su oreja.
Alguien golpeó la puerta, sobresaltándome y me levanté antes de que mi madre (logré reconocerla por el ritmo que hizo al golpearla) la abriera. Ella asomó su cabeza y le indiqué con un gesto que no hiciera silencio y señalé a Claire.
Ella asintió y me indicó que saliera. Me levanté con mucho cuidado y me dirigí hacia ella.
—Pensaba en invitarlos a la casa de tu tía Dorothea, pero veo que no será posible.
Negué.
—No mamá. Me contó... muchas cosas, y lloró hasta dormirse.
Mi madre me miró preocupada y asintió, mirando hacia Claire quien seguía durmiendo.
—Pobre chica... No puedo creer todo lo que ha sufrido desde que su madre murió. Que bueno que la encontraste, ¿sabes? —Me sonrió levemente y me besó cariñosamente la frente— Iré con tu padre y Melissa , ¿bien? Cuida a Claire. —me pidió, frotándome el hombro, y salió hasta el vestíbulo donde mi padre y mi hermanita la esperaban. Mamá les dio la noticia y luego de que se despidieran de mi se fueron.
Suspiré y volví a entrar a la habitación para ver a Claire sentada, con las mejillas ruborizadas. Le sonreí y fui con ella para sentarme a su lado.
—Perdón por... arruinar tu camisa. —dijo con un poco de humor. Me di cuenta que quería aligerar lo de antes.
—¿Qué? ¿Te disculpas por llorar para desahogarte? No, ni lo pienses.
Ella levantó la vista por un momento y asintió, mientras se corría el cabello detrás de las orejas tal como yo lo había hecho. El silencio llenó el vacío de la habitación, fue entonces cuando miré sus labios que estaban entreabiertos. Rosados, suaves a la vista y para nada de secos.
Fue un impulso, o quizás no. Le alcé el mentón con una mano y me acerqué a ella para besarla.
¡Dios! Sus labios eran exquisitos. Podría estar así todo el día, junto a ella, besándola. Ella estaba tensa, con sus ojos cerrados firmemente. Pasé una mano por su nuca, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Ella puso una mano sobre mi hombro, y me empujó suavemente, dándome la señal de que debía detenerme.
—Yo... Lo siento, Claire. No debí hacerlo. Me dejé llevar.
Ella se ruborizó.
—No... No te disculpes... Me ha gustado... Pero —suspiró, ruborizándose aún más— No sé... Nunca he dado un beso en mi vida... Uhm...
ESTÁS LEYENDO
Sálvame ©
Teen FictionClaire Deveraux sólo desea escapar del mundo en el que vive: de la escuela en donde es víctima de crueles burlas y de su casa, que es cuando Seth, su padre, descarga su rabia y frustración en ella. No tiene el valor para irse, por lo que cada día in...