Sálvame | Capítulo 26

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Durante el día tuve algunas clases con Leah, en donde nos sentábamos juntas. Era agradable estar con ella, pero por alguna razón algo no encajaba.

Luego de la escuela Zachary me llevó a casa. Estacionó el auto fuera de la entrada y bajé, notando que la tarde no era tan fría como habían anunciado en las noticias esta mañana. Él abrió la puerta de entrada para que yo pasara primero. Melissa estaba pintando sentada en el sofá mientras que en la radio sonaba ''Where Them Girls At'' de David Guetta. Ella tarareaba el ritmo mientras movía uno de sus pies, siguiendo la melodía. Al vernos, nos sonrió mientras se ruborizaba.

—Hola, Melissa —dijo Zachary, mientras cerraba firmemente la puerta— ¿Papá?

—Papá está en la oficina, y mamá está en su habitación —se encogió de hombros mientras cambiaba de lápices.

Zachary asintió y me tomó de la mano para ir arriba.

—Ven, tengo un regalo para ti.

Lo miré, extrañada.

—¿Un regalo? —fruncí el ceño.

—Si —me llevó a su habitación, trayéndome recuerdos de la noche anterior y provocando así que me ruborizara. Él me tendió una caja que estaba en su mesa de noche. Era un móvil— Los chicos y yo decidimos comprártelo en caso de emergencias... Tú sabes, solo por seguridad. Tiene ya los números de todos agregados, así que no tendrás problemas. Yo estoy en la marcación rápida.

Asentí. Me senté en su cama y saqué el aparato de su caja. Era el mismo que tenía Zachary, el cual había visto en otras ocasiones. Según la caja, era un Iphone 4.

—Uhm... Gracias Zachary. Pero no sé usarlo...

—Es fácil. Te enseño, mira, dámelo —le entregué el móvil como me lo pidió. Apretó el botón circular que tenía en medio y la pantalla se encendió, colocó su dedo índice sobre ésta y se desbloqueó— Mira, por ahora solo te enseñaré a hacer llamadas. Vas aquí —me señaló un icono— Saldrá una lista, la lista de contactos. Seleccionas el nombre que quieras llamar y ya. Mira, intenta llamarme a mi —dijo antes de entregarme el móvil.

Cómo él había señalado, presioné en su nombre y la llamada comenzó instantáneamente. Sentí el zumbido del móvil de Zachary, quien cortó la llamada. Se encogió de hombros.

—No es complicado.

Asentí, estando de acuerdo con él. Sonreí.


(...)


Tarde, tardísimo, el Sr. Hayes llegó a casa, cuando ya Melissa estaba dormida y Zachary y yo estábamos acostados. No sabía que era de la Sra. Hayes, ya que solo la había visto a la hora de la cena. Luego todos nos fuimos a nuestras habitaciones. Zachary se pasó la mayor parte del día instruyéndome con el móvil, enseñándome para qué servía cada icono. Como grabar o sacar imágenes y lo típico.

Ahora, yo intentaba dormir para así mañana ir a la escuela, pero el sueño no llegaba a mí. Comenzaba a amanecer ya y yo seguía dando vueltas entre las sábanas y colchas.

La alarma sonó, haciéndome saltar. Gruñí por la falta de sueño. Suspiré y me senté para poder refregar mis ojos. Fui al baño, saqué toallas y me desnudé para entrar a la ducha. Esperé a que el agua saliera caliente para entrar, deleitándome por la sensación de estar bajo el agua caliente, y no del agua congelada de la casa de mi padre. Lavé mi cabello con el shampoo y el bálsamo que Loraine me había comprado hace unos días. Me enjuagué el pelo y apagué el agua para poder enrollarme en una toalla grande. Sequé mi cabello y lo peiné para poder ir a vestirme. Cogí una camiseta de polar para poder estar abrigada en este día tan frío de invierno. También un chaleco peludo y calentito que Loraine tenía guardado. Me coloqué un conjunto de ropa interior blanca sencilla y me dispuse a colocarme lo que seleccioné, junto con unos jeans algo ajustados. Me puse calcetines gruesos y unas zapatillas Converse rosa, que Melissa había escogido para mí. Miré la hora, iba a tiempo. Sequé mi cabello con la secadora y me puse un gorro de lana de color gris, protegiendo mis orejas del frío. Tomé mi mochila y eché unas cuantas cosas dentro y salí después de haber desconectado mi nuevo móvil de su cargador y habérmelo guardado en el bolsillo del pantalón.

Abajo, Zachary estaba comiendo un sándwich de queso, frente a él uno igual sin tocar. Me senté y me dispuse a comer.

—Hola Claire —dijo Zachary mientras sonreía.

—Hola... —murmuré.

—¿Llevas tu móvil?

—Si, lo tengo aquí —dije antes de enseñárselo.

Asintió, mientras terminada de comer. Ni Loraine ni Michael estaban aquí... Que extraño... Pero decidí no preguntar, y Zachary tampoco tocó el tema.

Cuando terminé, él se levantó y me tomó la mano para salir de la casa, subirnos al auto de Zachary e irnos a la escuela.


(...)


Leah resultó ser muy simpática conmigo en cada receso. También me defendía de los demás cuando Zachary no estaba junto a mí –que eran muy pocas veces. Él aún era muy reservado con ella, y aún así la consideré como una nueva amiga.

A la salida, fui junto al auto de Zachary y viendo que él no estaba, me dispuse a esperarlo. Puse la mochila sobre el capó de éste y me recargué cuidadosamente en el. Mi móvil lo tenía ahora en el bolsillo que la chaqueta peluda tenía por dentro, para así evitar que me lo quitaran.

Vi a Leah hacerme señas desde el otro lado del estacionamiento. Luego señaló que fuera con ella. Vi hacía la salida, no había vista de Zachary. Quizás no me tomaría mucho tiempo, así que me puse la mochila sobre el hombro y troté hasta ella. Cuando estuve junto a ella, vi a dos hombres de anchos hombros, altos, de piel oscura y con lentes de sol salir de la Hummer que estaba frente a nosotras. Su sonrisa desapareció mientras me tomaba del brazo y me plantaba al medio de ellos.

La miré extrañada, y cuando uno de los hombres remplazó la mano de ella por la suya comencé a entrar en pánico.

—¡Leah! Qué...

Uno de los hombres me puso un pañuelo blanco en la boca, haciéndome saltar por la sorpresa.

Leah me miraba con arrepentimiento y vi como sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Claire, lo siento mucho.

Intenté quitar la mano con el pañuelo de mi boca, pero fue en vano. El hombre, con la mano libre, me agarró de la cintura guiándome a la Hummer. Me sentía débil, cansada, pero aun así intenté librarme del confinamiento entre sus brazos. Cuando volví a ver a Leah, ella estaba recibiendo un fardo de dinero del otro hombre. Desvió su mirada hacia mí antes de irse corriendo.

Aquel hombre se dirigió a mí y abrió la puerta trasera cuando comenzaba a perder la consciencia. Los sentí meterme dentro y el auto partió.

Luego todo fue negro.

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