Zachary se sentó junto a mí en uno de los asientos del frente del aula mientras esperábamos a que el profesor entrara para comenzar la clase de historia. Algunos nos miraban extrañados y divertidos, por lo que Zachary respondió con una mirada amenazadora. Algunos dejaron de observarnos, pero otros nos miraban de vez en cuando. Los amigos que Zachary había echo el primer día que vino, Josh, Chris y Evan jamás me habían tocado de alguna forma, y estaba segura que además ninguno me había dicho nada al igual que varios de la Easton Warren... pero tampoco habían hecho algo para detener a aquellos que sí lo hacían.
Luego de escuchar cómo había empezado la Guerra Fría, sentí la cálida mano de Zachary sobre la mía haciendo movimientos tranquilizadores con el pulgar. Lo miré de reojo y me di cuenta que lo hacía sin darse cuenta. Estaba concentrado escribiendo sus apuntes en el cuaderno frente a él. Pero sin dejar de escribir él me miró con una intensidad que me hizo perder el aliento y me sonrió.
Ya en el receso, Zachary me contó que se inscribiría para el equipo mientras yo terminaba de guardar mis lápices en la mochila. Le dije que estaba feliz por él, porque cuando me lo había mencionado, sus ojos obtuvieron un brillo único y una gran sonrisa había aparecido en sus labios. Me dijo que las prácticas comenzaban para él la otra semana, y que luego de la jornada escolar eran los entrenamientos previos. Yo esperaba que me dijera que me dejaría sola hasta que los entrenamientos terminaran, pero solo me dijo que antes de comenzar a calentar me llevaría a casa y que luego vendría de nuevo.
No estaba acostumbrada a ser tratada así, con cariño, por lo que sólo logré asentir con la cabeza sin confiar en mi voz.
A la hora de almuerzo, Zachary me dijo que me encontraría más tarde, ya que debía hablar con su profesor de Química II. Le dije que estaría en mi mesa habitual y él asintió antes de irse. Fui a buscar mi almuerzo donde las cocineras estaban repartiendo y, luego de que les mostrara el pase de Almuerzo gratis, cogí la bandeja con algo de carne, lechuga y una naranja. Fui a mi mesa y me senté en una esquina. Saqué la naranja y comencé a quitarle la olorosa cáscara, dejándola a un lado. Le di un mordisco, sintiendo su sabor dulce y ácido dentro de mi boca. Estaba jugosa y deliciosa. Le pediría a la cocinera otra si es que quedaban aquí al final del receso.
Cuando ya terminaba con mi naranja sentí la silla de mi lado siendo arrastrada y de inmediato las patas metálicas crujieron cuando alguien se sentó en ella. Creyendo que era Zachary, voltee a verle sin miedo, pero me encontré con aquellos gélidos ojos verdes que tanto miedo me provocaban. Aaron sonrió al ver mi expresión torturada. Tragué la naranja que tenía en mi boca mientras me encogía en mi lugar, intentando no volver a mirarle; el contacto visual era malo.
Él tomó un mechón de mi cabello castaño, retorciéndolo entre sus dedos y tirando de él cada vez fuerte. Cerré fuertemente los ojos rogando por que Zachary llegara pronto.
—¿Cómo estás muñeca? —rió cínico.
Soltó mi cabello después de darle un fuerte tirón que me hizo gemir por lo bajo. Me pasó el brazo por mis hombros, comenzando a acariciar mi mejilla de una forma brusca.
—Así que... tú y Hayes, ¿hum? —dijo, desviando su pulgar para acariciar mi labio inferior. Corrí la cara mientras me intentaba alejar de él, pero no me lo permitió.
—Suéltame... —susurré por lo bajo. Él agarró bruscamente mi rostro entre una de sus manos, apretándome las mejillas con fuerza.
—Escúchame bien, perra, aléjate de él. No puedo disfrutar de ti estando él cerca. ¿Lo has entendido? —espetó con tono autoritario. Sentía como iba perdiendo la paciencia conmigo.
Me eché hacía atrás, alejando mi rostro de sus petulantes manos. ¡Estaba harta de sentir miedo! ¡De no saber defenderme! Gruñí frustrada dentro de mi mente. El odio y el enojo comenzaron a manipular mi cuerpo y, antes de que me diera cuenta, mi mano conoció la mejilla de Aaron.
Él quedó con el rostro volteado, respirando profundamente mientras una marca de mi mano comenzaba a hacerse visible en su mejilla. Me miró asesinamente. Se levantó, plantándose e irguiéndose sobre mí. De inmediato el coraje que unos momentos atrás había sentido se dispersó tan rápido como apareció.
—¡Serás p-
Fue interrumpido cuando fue lanzado hacía atrás, cayendo al suelo junto con la silla. Vi a Zachary mirarme preocupado, viendo el miedo en mi expresión, en mis ojos. En mi posición: abrazando mi cuerpo lo más que podía, protegiéndolo de algún golpe. Las lágrimas de alivio comenzaron a caer sobre mis calientes mejillas, pero creo que él vio aquellas lágrimas como una representación del miedo.
Gruñó con enojo, mientras se lanzaba sobre Aaron quien se recuperaba del golpe en su espalda que le había quitado todo el aire a sus pulmones. Lo comenzó a golpear y lanzar puñetazos al rostro de él, mientras sentía los murmullos de los demás. Louis y Joshep aparecieron frente a Aaron y Zachary y arrastraron a éste último hacía atrás, mientras él luchaba por liberarse y seguir.
—¡Déjenme matar a ese bastardo, maldita sea! —gruñó Zachary, pataleando para poder soltarse.
—¡Zachary, cálmate! La estás asustando.
No me había dado cuenta de que Evan estaba a mi lado, hablándome, con una mano reconfortante sobre mi espalda temblorosa. No lo escuchaba por lo asustada que estaba ante la reacción agresiva de Zachary que sólo me trajo recuerdos acerca de su trabajo. Mi cuerpo temblaba demasiado, como si estuviera en un terremoto personal. Mi piel, pálida y muy fría. Zachary era experto luchando a mano y con armas. Sabía manejar estos tipos de peleas... pero aun así tenía miedo. No quería que él reaccionara algún día así conmigo, y tampoco quería que él saliese herido.
Zachary al escuchar y recapacitar la última frase de Evan, miró a mi dirección, cambiando su expresión por completo. Se soltó de ambos y vino hacía mí, estrechándome muy fuerte entre sus brazos.
—Lo siento, Clay...
—Zachary, me q-quiero ir... —murmuré en su oído, mis brazos a mis costados, sin moverlos.
—¿Qué ha sucedido aquí? —preguntó el Director Lukas, quien acababa de llegar.
Aaron estaba sentado, limpiándose la sangre de la nariz y de la boca. Se levantó, mirando amenazadoramente hacía nuestra dirección. Podía verlo a través de mis cabellos y sobre el hombro de Zachary. Cerré los ojos con fuerza, enterrándome en su pecho.
El Director suspiró pesadamente al sacar los cálculos obvios, pero aun así preguntó:
—¿Alguien me puede decir lo que sucedió aquí?
—Zachary empezó —Aimé dijo, apareciendo mágicamente al lado de su novio.
—Porque él estaba acosando a Claire —señaló Zachary, mientras se apartaba de mí y miraba a los presentes allí.
—¡Ella me golpeó! —saltó Aaron.
—Te escuché, imbécil. La llamaste perra —gruñó.
—Vocabulario —espetó el Director Lukas. Miró a Aaron y luego su mirada cayó en mi cara pálida y ojos húmedos. Aquel hombre me había ayudado demasiadas veces con Aimé y con otras personas. Le debía la vida— Aaron, acompáñame.
El Director Lukas estaba al tanto de lo mucho que sufría en la escuela, por lo que cada vez que sucedían estas cosas él venía para protegerme... pero más no podía hacer. Las veces que había citado a mi padre le excusaba diciendo que debía trabajar, por lo que no había podido hablar con él, y tampoco expulsar a Aaron era una opción; cada vez que citaba a los padres de él, ellos le ofrecían dinero o construcciones para la EW. Él no se podía negar, porque lo necesitaba.
Aaron comenzó a caminar hacia la salida de la cafetería. Aimé nos miró fijamente y luego besó duramente a Aaron en los labios, sin pudor de las miradas allí presentes. Cuando se apartó, Aaron le sonrió y, luego de mirarnos por igual, se alejó, siguiendo las pisadas invisibles del director.
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Sálvame ©
Teen FictionClaire Deveraux sólo desea escapar del mundo en el que vive: de la escuela en donde es víctima de crueles burlas y de su casa, que es cuando Seth, su padre, descarga su rabia y frustración en ella. No tiene el valor para irse, por lo que cada día in...